tag:blogger.com,1999:blog-69170157651661585672024-03-04T21:51:23.238-08:00Gabriel Garcia MarquezEspacio dedicado al maravilloso mundo del premio NobelEzequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.comBlogger25125tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-23938927355936877622012-02-28T06:47:00.000-08:002012-02-28T06:47:14.288-08:00México comenzó celebraciones por 85 cumpleaños de Gabriel García Márquez<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyehSYlkQjaIADxXYF6IzT5VJSvKeTIkARkPgWIKVNUdbNsKMwD8XDS9bvihoif2ojbVK1iwXSZoLhHbhGKAggT5SGUDKraEzIBEgJ7lvkGLhlHCp1-V1Gibf98PmjQHlhMm-AunT7wbbX/s1600/gabriel-garcia-marquez-portada.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyehSYlkQjaIADxXYF6IzT5VJSvKeTIkARkPgWIKVNUdbNsKMwD8XDS9bvihoif2ojbVK1iwXSZoLhHbhGKAggT5SGUDKraEzIBEgJ7lvkGLhlHCp1-V1Gibf98PmjQHlhMm-AunT7wbbX/s1600/gabriel-garcia-marquez-portada.jpg" /></a> <b>Múltiples homenajes</b><br />
<br />
Este 2012 será otro año de festejos para Gabriel García Márquez,
escritor en el que todo lo mágico es real: el próximo 6 de marzo, su
cumpleaños número 85 y, en octubre, serán tres décadas del anuncio de
que le otorgaron el Premio Nobel de Literatura, galardón que recibió en
Suecia en diciembre de 1982. Su obra clave, <em>Cien años de soledad,</em> cumple 45 años de haber sido publicada.<br />
Los festejos en México comienzan este martes a las 19 horas en la
sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes con la mesa redonda La
memoria del corazón: Gabriel García Márquez, organizada por el Instituto
Nacional de Bellas Artes (INBA), en la que participarán los escritores
Armando González Torres, Elisa Corona y José Mariano Leyva para hablar
sobre el <em>boom</em>latinoamericano, el realismo mágico, la libertad narrativa y creativa en la obra de<em>Gabo,</em> a partir de títulos como <em>Cien años de soledad</em> o <em>El amor en los tiempos del cólera.</em><br />
<a name='more'></a><br />
<em></em>Stasia de la Garza, coordinadora nacional de Literatura,
precisó que esta mesa redonda -con ponentes de diferentes generaciones-
es una forma de festejar el cumpleaños del Nobel <q>que si bien es
colombiano, es nuestro autor. Es una revisión un poco acerca de su
trabajo. García Márquez es un lector de jóvenes y ha cambiado a quienes
lo leyeron de jóvenes, su percepción de la literatura y la magia. Es una
obra que impacta y muchos se han hecho escritores a partir de él</q>.<br />
La funcionaria indicó a <em>La Jornada</em> que otra actividad en
conmemoración de él y su obra es la itinerancia de la exposición que se
montó hace unos meses con motivo de la presentación de la biografía <em>Gabriel García Márquez: una vida,</em> de Gerald Martin. <q>Acaba de llegar de Zacatecas y continuará primero por algunos estados del norte y después irá al sureste.</q>Ya para noviembre, más cerca del aniversario de la entrega del premio Nobel a <em>Gabo,</em> se realizarán lecturas colectivas de su obra, <q>que es la mejor manera de festejar a un autor</q>.<br />
No hace otra cosa que escribirMientras se concretan otros programas
de celebración, en otros países como Rusia se preparan las actividades
del Año Gabriel García Márquez con mesas redondas, proyección de
documentales y venta de libros, con la organización conjunta del
Instituto Cervantes, la embajada de Colombia en ese país e instituciones
locales.<br />
Hace cinco años, la ciudad colombiana de Cartagena fue sede de los múltiples festejos, a los que asistió <em>Gabo,</em>
y desde entonces se multiplicaron los rumores acerca de que no volvería
a escribir. Sin embargo, en 2009 García Márquez manifestó al diario
colombiano <em>El Tiempo: </em><q>lo único cierto es que no hago otra cosa que escribir</q>. Entre las cosas pendientes se encuentran los dos tomos que faltan de sus memorias. El primero, <em>Vivir para contarla,</em> se publicó hace 10 años.<br />
Sus apariciones en público más recientes fueron en la inauguración de
una sucursal del restaurante El Cardenal, en el sur de la ciudad, y en
el concierto que Tania Libertad ofreció hace unos días en el Palacio de
Bellas Artes.García Márquez nació en Aracataca el 6 de marzo de 1927 y
entre sus oficios se encuentran los de periodista, guionista y narrador.
Representante de la literatura latinoamericana, su obra ha inspirado no
sólo numerosos ensayos y estudios en universidades de todo el mundo, o
películas basadas en sus novelas, sino también ha llegado a las
pasarelas de moda, como la colección que presentó en Nueva York el
diseñador Carlos Campos.<br />
Una de las narraciones más extensas de lo que ocurrió en 1982 es la
que escribe el académico británico Gerald Martin en la biografía <em>Gabriel García Márquez: una vida,</em>
publicada en 2009 por el sello Debate.Fue un miércoles 20 de octubre
cuando Gabo y su esposa, Mercedes Barcha, supieron que el Premio Nobel
de Literatura estaba prácticamente en sus manos. Ante el <q>lío</q> que se les venía encima, salieron con rumbo al domicilio de Álvaro Mutis <q>y no volvieron a casa hasta la madrugada</q>.El anuncio del Nobel llegó a las 5:59 de la mañana.Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-39522386669170944962012-02-21T03:43:00.001-08:002012-02-21T03:43:39.593-08:00La historia de amor de Gabo detrás de 'Cien años de soledad'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjflfS58A4Q_9XW5snLm9994gOGjGgs7U3uhKQo5DA9BsP94xu5cYv_hKk1ioz14XlOQ5JBQRReEzRWGm3quD33ODLHJV_gWvcsJjwfqDyAVlFgpatczs29MFgWE2huxeZ6hhpCxV44BLxZ/s1600/mvallejo-011032-020.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjflfS58A4Q_9XW5snLm9994gOGjGgs7U3uhKQo5DA9BsP94xu5cYv_hKk1ioz14XlOQ5JBQRReEzRWGm3quD33ODLHJV_gWvcsJjwfqDyAVlFgpatczs29MFgWE2huxeZ6hhpCxV44BLxZ/s320/mvallejo-011032-020.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<b>García Márquez y Mercedes Barcha son un amor que ha sabido madurar con los años.</b><br />
<br />
Mientras él escribía la novela que lo convertiría en un talento inmortal, ella buscaba la forma de que el carnicero le fiara los alimentos para subsistir un día más… al menos hasta el día en que él escribiera la palabra Fin a esa historia que decidió bautizar ‘Cien años de soledad’.<br />El resto fue historia. La fama que le trajo su talento hicieron de Gabriel José de la Concordia García Márquez un hombre reconocido en el mundo de las letras. Pero hicieron falta más que una prosa rica y un estilo literario único para lograr esta novela. Detrás de esta historia se ocultaba el amor de su esposa: Mercedes Barch.<br />
<a name='more'></a>Y de ese nombre tan largo se redujo a Gabriel García Márquez. Y de éste a simplemente Gabo, uno de los autores más significativos del siglo XX. Obtuvo el Nobel literario porque, en palabras de la Academia Sueca, “sus novelas e historias cortas reúnen la fantasía y la realidad que se combinan en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente“.<br />Todo nació con una mirada y terminó en el altar. En 1958, Gabo se casó con Mercedes Barch. Tienen dos hijos, Rodrigo y Gonzalo.<br />Lo cierto es que esa imaginación rica y ese tranquilo mundo no pudieron ser creados si no por la magia del amor. De un amor real, de un amor mágico. Un realismo mágico. Y es que el amor bien logrado es en realidad una extensión del realismo mágico.<br />Sin duda, un amor que llevó a ambos enamorados de la mano a donde fuera. Después de escribir ‘Cien años de soledad’, García Márquez se fue a Europa. Esta vez se instaló en Barcelona, donde viviría durante siete años estableciendo relación con numerosos intelectuales. Pero siempre acompañado de su amada Mercedes.<br />Dos amores que pese a los zarandeos de la vida nunca se soltaron la mano. Tras la persecución política que ocasionó su libre pensamiento, García Márquez decidió vivir en México. En 1999, le fue diagnosticado un cáncer linfático y esto lo llevó a escribir sus memorias, donde no han faltado las referencias a su esposa, como cuando dice “Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma” o “Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría te quiero y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes”.<br />Amar intensamente es como vivir cien años… y Gabo y Mercedes se amarán en siguientes vidas, como Úrsula amaba a José Arcadio Buendía en los pasillos de su Macondo del alma… Un amor que habrá de vivir cien años… pero sin soledad. <br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-14539764223627215442012-01-17T08:31:00.000-08:002012-01-17T08:33:26.250-08:00El Magdalena recordará los 30 años del Nobel de 'Gabo'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHTX_hpR0T2eXWhe1p-X-gkhTqISLE4hUYI06HAJqtA-oLY0erLN7W0d5ryMQXbIsBg1nsfeIVpMrwqxnTkmoLXFYCPgrlOp4ZA6p5MP2rJnP22NyNfNVzsvoEJOND48MTN_-q7lui525F/s1600/Entrada_al_Pueblo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHTX_hpR0T2eXWhe1p-X-gkhTqISLE4hUYI06HAJqtA-oLY0erLN7W0d5ryMQXbIsBg1nsfeIVpMrwqxnTkmoLXFYCPgrlOp4ZA6p5MP2rJnP22NyNfNVzsvoEJOND48MTN_-q7lui525F/s320/Entrada_al_Pueblo.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<b>Homenaje al hijo pródigo</b><br />
<br />
<br />
En este año 2012 se conmemoran 30 años de haber recibido Gabriel
García Márquez el Premio Nobel de Literatura, razón por la cual la
Fundación Periodistas Bolivarianos de América hará el lanzamiento de la
obra "Aracataca: 30 años del Nobel", de Alberto Hinestroza Llanos, para
recordar tan importante logro para el periodismo colombiano. Este celebración se realizará dentro de la programación oficial que se
realizará el 9 de febrero, a las 10 de la mañana, en el salón de eventos
de de Caja de Compensación del Magdalena, Cajamag, con motivo del Día
Nacional del Periodismo y donde se hará entrega del Premio 'Juan García
del Río' a tres ilustres periodistas colombianos que a través de su vida
profesional han dejado una huella imborrable en las comunicaciones
escritas, radiales y televisivas, acciones que son dignas de rescatar
para beneficio de las nuevas generaciones de Comunicadores y
Periodistas.Juan García del Río es el periodista colombiano que
en toda la historia de la Patria ha dejado más huellas de su periodismo y
literatura en el mundo. Varias bibliotecas de Chile y Perú llevan su
nombre, y fue el más fiel amigo de Simón Bolívar Palacios, quien dirigió
la estrategia para lograr la libertad y la creación de nuestra amada
Colombia. Además fue nativo de Turbaco (Bolívar) y vivió muchos años en
Cartagena.<br />
<a name='more'></a><br />
La obra "Aracataca: 30 años del Nobel" es un homenaje
al mayor exponente del periodismo colombiano, Gabriel García Márquez, y a
su pueblo natal: Aracataca, cuna de grandes ciudadanos que han
engrandecido el nombre del departamento del Magdalena y uno de los
municipios más conocidos en el mundo gracias a los libros de su ilustre
hijo, Gabo, que se han traducido a más de 30 idiomas, permitiendo
conocer en cada uno de ellos ese mundo mágico de Macondo".<br />
Paralelamente
al lanzamiento de la obra se estará presentado una hermosa exposición
sobre la vida y obra de Gabo y del desarrollo de Aracataca, la cual se
presentará más tarde en colegios y escuelas de todo Colombia, llevando
con ello un mensaje de ejemplo a las nuevas generaciones y la cual
estará acompañada de una conferencia sobre la importancia que ha tenido
la literatura colombiana en la imagen del país y en la formación de las
nuevas generaciones.<br />
Cabe destacar que en este año 2012, la
programación oficial de la Fundación Periodistas Bolivarianos de América
estará basada en buscar mecanismos culturales que ayuden a mostrar a
Santa Marta como cuna de la identidad colombiana y orgullo de su
historia.Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-32048518617295107122011-12-21T03:29:00.000-08:002011-12-21T03:29:26.019-08:00El fragmento del miercoles<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhg2k7C3N_xAefapXtCbL6JZodb7TJFrr_wFDckBK_UgbqqxdanxNNICo-JPp8aezdYFq37gaMIwkHKI_YyfEqWOf_e4qypOpyWODHKsJZPnPGvQN-x3Bykcmzo_QWpDbNhklU8xN3-ANFN/s1600/message-in-a-bottle-found-10-mar-05-300x200.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhg2k7C3N_xAefapXtCbL6JZodb7TJFrr_wFDckBK_UgbqqxdanxNNICo-JPp8aezdYFq37gaMIwkHKI_YyfEqWOf_e4qypOpyWODHKsJZPnPGvQN-x3Bykcmzo_QWpDbNhklU8xN3-ANFN/s320/message-in-a-bottle-found-10-mar-05-300x200.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<b>Botella al mar para el Dios de las palabras</b><br /><br />Intervención de Gabriel García Márquez en el Congreso de Zacatecas, abril de 1997<br /><br />A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: «¡Cuidado!»<br />El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los Mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor que tenían un dios especial para las palabras.<br />Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor. No: el gran derrotado es el silencio.<br />
<a name='more'></a> Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.<br />La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de 19 millones de kilómetros cuadrados y 400 millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga 54 significados, mientras en la República de Ecuador tienen 105 nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aún no se ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero dijo: «Parece un faro». Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo. Que don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su puño y letra que el amarillo es «la color» de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cerveza que sabe a beso?<br />Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo venturo como Pedro por su casa. En ese sentido me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los qués endémicos,<br />el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?<br />Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que le lleguen al dios de las palabras.<br />A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y derecho,<br />que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis 12 años.<br /><br /><br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-87860151108297689112011-12-19T03:53:00.000-08:002011-12-19T03:53:17.478-08:00Impecable discurso sobre periodismo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBhqmRfwDCG2JJyCO7FxIaqPVlWDkoixtA7hUxF41sYTHzCIMjgWY68_yR2oXit7vfQW0ll3Bnpj7eQqPQ9LXAEE3s-uD8rGgxCOsoK0obIf8z9G9vriv-IOC3-4SNq_rH6ebTdewv_TDc/s1600/p_11_03_2011.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBhqmRfwDCG2JJyCO7FxIaqPVlWDkoixtA7hUxF41sYTHzCIMjgWY68_yR2oXit7vfQW0ll3Bnpj7eQqPQ9LXAEE3s-uD8rGgxCOsoK0obIf8z9G9vriv-IOC3-4SNq_rH6ebTdewv_TDc/s320/p_11_03_2011.jpg" width="245" /></a></div>
<b>El mejor oficio del mundo</b><br />
<br />
A una universidad colombiana se le preguntó cuáles son las pruebas de aptitud y vocación que se hacen a quienes desean estudiar periodismo y la respuesta fue terminante: "Los periodistas no son artistas". Estas reflexiones, por el contrario, se fundan precisamente en la certidumbre de que el periodismo escrito es un género literario.Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de los mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran.<br />
<a name='more'></a><br />
El periódico cabía entonces en tres grandes secciones: noticias, crónicas y reportajes, y notas editoriales. La sección más delicada y de gran prestigio era la editorial. El cargo más desvalido era el de reportero, que tenía al mismo tiempo la connotación de aprendiz y cargaladrillos. El tiempo y el mismo oficio han demostrado que el sistema nervioso del periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a los diecinueve años - siendo el peor estudiante de derecho - empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso.<br /><br />La misma práctica del oficio imponía la necesidad de formarse una base cultural, y el mismo ambiente de trabajo se encargaba de fomentarla. La lectura era una adicción laboral. Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo - como nosotros mismos lo llamábamos. Alberto Lleras Camargo, que fue periodista siempre y dos veces presidente de Colombia, no era ni siquiera bachiller.<br /><br />La creación posterior de las escuelas de periodismo fue una reacción escolástica contra el hecho cumplido de que el oficio carecía de respaldo académico. Ahora ya no son sólo para la prensa escrita sino para todos los medios inventados y por inventar.<br /><br />Pero en su expansión se llevaron de calle hasta el nombre humilde que tuvo el oficio desde sus orígenes en el siglo XV, y ahora no se llama periodismo sino Ciencias de la Comunicación o Comunicación Social. El resultado, en general, no es alentador. Los muchachos que salen ilusionados de las academias, con la vida por delante, parecen desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afán de protagonismo sobre la vocación y las aptitudes congénitas. Y en especial sobre las dos condiciones más importantes: la creatividad y la práctica.<br /><br />La mayoría de los graduados llegan con deficiencias flagrantes, tienen graves problemas de gramática y ortografía, y dificultades para una comprensión reflexiva de textos. Algunos se precian de que pueden leer al revés un documento secreto sobre el escritorio de un ministro, de grabar diálogos casuales sin prevenir al interlocutor, o de usar como noticia una conversación convenida de antemano como confidencial. Lo más grave es que estos atentados éticos obedecen a una noción intrépida del oficio, asumida a conciencia y fundada con orgullo en la sacralización de la primicia a cualquier precio y por encima de todo. No los conmueve el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor. Algunos, conscientes de sus deficiencias, se sienten defraudados por la escuela y no les tiembla la voz para culpar a sus maestros de no haberles inculcado las virtudes que ahora les reclaman, y en especial la curiosidad por la vida.<br /><br />Es cierto que estas críticas valen para la educación general, pervertida por la masificación de escuelas que siguen la línea viciada de lo informativo en vez de lo formativo. Pero en el caso específico del periodismo parece ser, además, que el oficio no logró evolucionar a la misma velocidad que sus instrumentos, y los periodistas se extraviaron en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro. Es decir, las empresas se han empeñado a fondo en la competencia feroz de la modernización material y han dejado para después la formación de su infantería y los mecanismos de participación que fortalecían el espíritu profesional en el pasado. Las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores. La deshumanización es galopante.<br /><br />No es fácil entender que el esplendor tecnológico y el vértigo de las comunicaciones, que tanto deseábamos en nuestros tiempos, hayan servido para anticipar y agravar la agonía cotidiana de la hora del cierre. Los principiantes se quejan de que los editores les conceden tres horas para una tarea que en el momento de la verdad es imposible en menos de seis, que les ordenan material para dos columnas y a la hora de la verdad sólo les asignan media, y en el pánico del cierre nadie tiene tiempo ni humor para explicarles por qué, y menos para darles una palabra de consuelo. "Ni siquiera nos regañan", dice un reportero novato ansioso de comunicación directa con sus jefes. Nada: el editor que antes era un papá sabio y compasivo, apenas si tiene fuerzas y tiempo para sobrevivir él mismo a las galeras de la tecnología.<br /><br />Creo que es la prisa y la restricción del espacio lo que ha minimizado el reportaje, que siempre tuvimos como el género estrella, pero que es también el que requiere más tiempo, más investigación, más reflexión, y un dominio certero del arte de escribir. Es en realidad la reconstitución minuciosa y verídica del hecho. Es decir: la noticia completa, tal como sucedió en la realidad, para que el lector la conozca como si hubiera estado en el lugar de los hechos.<br /><br />Antes que se inventaran el teletipo y el télex, un operador de radio con vocación de mártir capturaba al vuelo las noticias del mundo entre silbidos siderales, y un redactor erudito las elaboraba completas con pormenores y antecedentes, como se reconstruye el esqueleto entero de un dinosaurio a partir de una vértebra. Sólo la interpretación estaba vedada, porque era un dominio sagrado del director, cuyos editoriales se presumían escritos por él, aunque no lo fueran, y casi siempre con caligrafías célebres por lo enmarañadas. Directores históricos tenían linotipistas personales para descifrarlas.<br /><br />Un avance importante en este medio siglo es que ahora se comenta y se opina en la noticia y en el reportaje, y se enriquece el editorial con datos informativos. Sin embargo, los resultados no parecen ser los mejores, pues nunca como ahora ha sido tan peligroso este oficio. El empleo desaforado de comillas en declaraciones falsas o ciertas permite equívocos inocentes o deliberados, manipulaciones malignas y tergiversaciones venenosas que le dan a la noticia la magnitud de un arma mortal. Las citas de fuentes que merecen entero crédito, de personas generalmente bien informadas o de altos funcionarios que pidieron no revelar su nombre, o de observadores que todo lo saben y que nadie ve, amparan toda clase de agravios impunes. Pero el culpable se atrinchera en su derecho de no revelar la fuente, sin preguntarse si él mismo no es un instrumento fácil de esa fuente que le transmitió la información como quiso y arreglada como más le convino. Yo creo que sí: el mal periodista piensa que su fuente es su vida misma - sobre todo si es oficial- y por eso la sacraliza, la consiente, la protege, y termina por establecer con ella una peligrosa relación de complicidad, que lo lleva inclusive a menospreciar la decencia de la segunda fuente.<br /><br />Aun a riesgo de ser demasiado anecdótico, creo que hay otro gran culpable en este drama: la grabadora. Antes de que ésta se inventara, el oficio se hacía bien con tres recursos de trabajo que en realidad eran uno sólo: la libreta de notas, una ética a toda prueba, y un par de oídos que los reporteros usábamos todavía para oír lo que nos decían. El manejo profesional y ético de la grabadora está por inventar. Alguien tendría que enseñarles a los colegas jóvenes que la casete no es un sustituto de la memoria, sino una evolución de la humilde libreta de apuntes que tan buenos servicios prestó en los orígenes del oficio. La grabadora oye pero no escucha, repite - como un loro digital - pero no piensa, es fiel pero no tiene corazón, y a fin de cuentas su versión literal no será tan confiable como la de quien pone atención a las palabras vivas del interlocutor, las valora con su inteligencia y las califica con su moral. Para la radio tiene la enorme ventaja de la literalidad y la inmediatez, pero muchos entrevistadores no escuchan las respuestas por pensar en la pregunta siguiente.<br /><br />La grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista. La radio y la televisión, por su naturaleza misma, la convirtieron en el género supremo, pero también la prensa escrita parece compartir la idea equivocada de que la voz de la verdad no es tanto la del periodista que vio como la del entrevistado que declaró. Para muchos redactores de periódicos la transcripción es la prueba de fuego: confunden el sonido de las palabras, tropiezan con la semántica, naufragan en la ortografía y mueren por el infarto de la sintaxis. Tal vez la solución sea que se vuelva a la pobre libretita de notas para que el periodista vaya editando con su inteligencia a medida que escucha, y le deje a la grabadora su verdadera categoría de testigo invaluable. De todos modos, es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones éticas, y otras tantas que envilecen y avergüenzan al periodismo de hoy, no son siempre por inmoralidad, sino también por falta de dominio profesional.<br /><br />Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo. Claro que deben persistir en sus programas humanísticos, aunque menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base cultural que los alumnos no llevan del bachillerato. Pero toda la formación debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón.<br /><br />El objetivo final debería ser el retorno al sistema primario de enseñanza mediante talleres prácticos en pequeños grupos, con un aprovechamiento crítico de las experiencias históricas, y en su marco original de servicio público. Es decir: rescatar para el aprendizaje el espíritu de la tertulia de las cinco de la tarde.<br /><br />Un grupo de periodistas independientes estamos tratando de hacerlo para toda la América Latina desde Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e itinerantes que lleva el nombre nada modesto de Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Es una experiencia piloto con periodistas nuevos para trabajar sobre una especialidad específica - reportaje, edición, entrevistas de radio y televisión, y tantas otras - bajo la dirección de un veterano del oficio.<br /><br />En respuesta a una convocatoria pública de la Fundación, los candidatos son propuestos por el medio en que trabajan, el cual corre con los gastos del viaje, la estancia y la matrícula. Deben ser menores de treinta años, tener una experiencia mínima de tres, y acreditar su aptitud y el grado de dominio de su especialidad con muestras de las que ellos mismos consideren sus mejores y sus peores obras.<br /><br />La duración de cada taller depende de la disponibilidad del maestro invitado - que escasas veces puede ser de más de una semana -, y éste no pretende ilustrar a sus talleristas con dogmas teóricos y prejuicios académicos, sino foguearlos en mesa redonda con ejercicios prácticos, para tratar de transmitirles sus experiencias en la carpintería del oficio. Pues el propósito no es enseñar a ser periodistas, sino mejorar con la práctica a los que ya lo son. No se hacen exámenes ni evaluaciones finales, ni se expiden diplomas ni certificados de ninguna clase: la vida se encargará de decidir quién sirve y quién no sirve.<br /><br />Trescientos veinte periodistas jóvenes de once países han participado en veintisiete talleres en sólo año y medio de vida de la Fundación, conducidos por veteranos de diez nacionalidades. Los inauguró Alma Guillermoprieto con dos talleres de crónica y reportaje. Terry Anderson dirigió otro sobre información en situaciones de peligro, con la colaboración de un general de las Fuerzas Armadas que señalo muy bien los límites entre el heroísmo y el suicidio. Tomas Eloy Martínez, nuestro cómplice más fiel y encarnizado, hizo un taller de edición y más tarde otro de periodismo en tiempos de crisis. Phil Bennet hizo el suyo sobre las tendencias de la prensa en los Estados Unidos y Stephen Ferry lo hizo sobre fotografía. El magnifico Horacio Bervitsky y el acucioso Tim Golden exploraron distintas áreas del periodismo investigativo, y el español Miguel Angel Bastenier dirigió un seminario de periodismo internacional y fascinó a sus talleristas con un análisis crítico y brillante de la prensa europea.<br /><br />Uno de gerentes frente a redactores tuvo resultados muy positivos, y soñamos con convocar el año entrante un intercambio masivo de experiencias en ediciones dominicales entre editores de medio mundo. Yo mismo he incurrido varias veces en la tentación de convencer a los talleristas de que un reportaje magistral puede ennoblecer a la prensa con los gérmenes diáfanos de la poesía.<br /><br />Los beneficios cosechados hasta ahora no son fáciles de evaluar desde un punto de vista pedagógico, pero consideramos como síntomas alentadores el entusiasmo creciente de los talleristas, que son ya un fermento multiplicador del inconformismo y la subversión creativa dentro de sus medios, compartido en muchos casos por sus directivas. El solo hecho de lograr que veinte periodistas de distintos países se reúnan a conversar cinco días sobre el oficio ya es un logro para ellos y para el periodismo. Pues al fin y al cabo no estamos proponiendo un nuevo modo de enseñarlo, sino tratando de inventar otra vez el viejo modo de aprenderlo.<br /><br />Los medios harían bien en apoyar esta operación de rescate. Ya sea en sus salas de redacción, o con escenarios construidos a propósito, como los simuladores aéreos que reproducen todos los incidentes del vuelo para que los estudiantes aprendan a sortear los desastres antes de que se los encuentren de verdad atravesados en la vida. Pues el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-60876904059444324942011-12-16T03:55:00.000-08:002011-12-16T03:55:56.327-08:00El fragmento del viernes<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1KgfKxuRxCORBy-jzyoAt8K35LnuQ_M47rhtHWH7x-lkRQ5LgORCP-07PckYOftUeVDyY5diHcqx7NWHuJS-mDrIbPSgpY7sVbFR37tqhzaKGbv67tibciDke89OqjmjR1n1I4EUWCjrO/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1KgfKxuRxCORBy-jzyoAt8K35LnuQ_M47rhtHWH7x-lkRQ5LgORCP-07PckYOftUeVDyY5diHcqx7NWHuJS-mDrIbPSgpY7sVbFR37tqhzaKGbv67tibciDke89OqjmjR1n1I4EUWCjrO/s1600/images.jpg" /></a></div>
<b>Relato de un náufrago</b><br />
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El primer animal que vi, casi treinta horas después de estar en la balsa. La aleta de un tiburón infunde terror porque uno conoce la verocidad de la fiera. Pero realmente nada parece más inofensivo que la aleta de un tiburón. No parece algo que formara parte de un animal, y menos de una fiera. Es verde y áspera como la corteza de un árbol. Cuando la vi pasar orillando la borda, tuve la sensación de que tenía un saber fresco y un poco amargo, como el de una corteza vegetal. Eran más de las cinco. El mar estaba sereno al atardecer. Otros tiburones se acercaron a la balsa, pacientemente y estuvieron merodeando hasta cuando anocheció por completo. Ya no había luces pero los sentía rondar en la oscuridad, rasgando la superficie tranquila con el filo de sus aletas.<br />
<a name='more'></a>Desde ese momento no volví a sentarme en la borda después de las cinco de la tarde. Mañana, pasado mañana y aun dentro de cuatro días, tendría suficiente experiencia para saber que los tiburones son unos animales puntuales: llegarían un poco después de las cinco y desaparecerían con la oscuridad.<br />Al atardecer, el agua transparente ofrece un hermoso espectáculo. Peces de todos los colores se acercaban a la balsa. Enormes peces amarillos y verdes; peces rayados de azul y rojo, redondos, diminutos, acompañaban la balsa hasta el anochecer. A veces había un relámpago metálico, un chorro de agua sanguinolenta saltaba por la borda y los pedazos de un pez destrozado por el tiburón flotaban unos segundos junto a la balsa. Entonces una incalculable cantidad de peces menores se precipitaban sobre los desperdicios. En aquel momento yo habría vendido el alma por el pedazo más pequeño de las sobras del tiburón.<br />Era mi segunda noche en el mar. Noche de hambre y de sed y de desesperación. Me sentí abandonado, después de que me aferré obstinadamente a la esperanza de los aviones. Sólo una noche decidí que con lo único que contaba para salvarme era con mi voluntad y con los restos de mis fuerzas.<br />Una cosa me asombraba: me sentía un poco débil, pero no agotado. Llevaba casi cuarenta horas sin agua ni alimentos y más de dos noches y dos días sin dormir, pero había estado de vigilia toda la noche anterior al accidente. Sin embargo yo me sentía capaz de remar.<br />Volví a buscar la Osa Menor. Fijé la vista en ella y empecé a remar. Había brisa pero no corría en la misma dirección que yo debía imprimirle a la bolsa para navegar directamente hacia la Osa Menor. Fijé los dos remos en la borda y comencé a remar a las diez de la noche. Remé al principio desesperadamente. Luego con más calma, fija la vista en la Osa Menor, que, según mis cálculos, brillaba exactamente sobre el Cerro de la Popa. <br />Por el ruido del agua sabía que estaba avanzando. Cuando me fatigaba cruzaba los remos y me recostaba la cabeza para descansar. Luego agarraba los remos con más fuerza y con más esperanza. A las doce de la noche seguía remando.<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-45929466748620144182011-12-15T08:43:00.000-08:002011-12-15T08:44:26.173-08:00Presentan otra obra de Gabriel García Márquez en chino<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEL3JIsi6PG99VvHJLto2RSew2kqU4KmWGgG11nzm1-1YMLFwFiGc6h5xkHWyie4_WOnQ02MQGmha_SfRJFUlEiUm1tfIeJ3Db16m_U_nVIDnVyZXfPKefXvkmSSbkpT7OZBMeE2ca3pB1/s1600/gabrielgm-libroenchino1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEL3JIsi6PG99VvHJLto2RSew2kqU4KmWGgG11nzm1-1YMLFwFiGc6h5xkHWyie4_WOnQ02MQGmha_SfRJFUlEiUm1tfIeJ3Db16m_U_nVIDnVyZXfPKefXvkmSSbkpT7OZBMeE2ca3pB1/s1600/gabrielgm-libroenchino1.jpg" /></a></div>
<b>Gabo a todos lados</b><br />
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Beijing, 15 dic (PL) La edición en chino simplificado de Yo no vengo a decir un discurso, de Gabriel García Márquez, fue presentada hoy aquí, ocasión en que también se celebró la venta de un millón de copias de Cien años de Soledad. El lanzamiento de esta obra responde a la labor de la editorial Nanhai Publishing Company, la cual adquirió los derechos de autor, y la traductora Li Jing, Decana de la Facultad de Español de la Universidad de Nanjing. Se trata de una colección de 22 discursos del Premio Nobel de Literatura (1982) y que, en su opinión, constituyen una muestra de su evolución como escritor. El ministro de la embajada de Colombia en China, Cristian Siegert, dijo en declaraciones a Prensa Latina que además de la trascendencia cultural-literaria, está el hecho de ser una obra oficial y legal, al recordar que Gabo se conoce en este país desde hace años a través de versiones pirateadas.<br />
<a name='more'></a>Añadió que estos pasos abren el camino para proyectos similares con El amor en los tiempos del cólera y La hojarasca con vista a un mayor acercamiento al lector y universidades de esta nación.<br />
La ceremonia incluyó un panel con el escritor Mu Rong Xue Cun, los críticos Shi Hang y Li Da Yang, así como el traductor de Cien Años de Soledad, Fan Ye, quienes debatieron sobre la vida de García Márquez y varias de sus obras, sobre todo las citadas.<br />
En la ocasión se habló desde la formación y carrera periodística del también guionista, hasta su ideología, incluida su admiración por el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro.<br />
Los elogios expresados por la creación literaria de este autor en el debate pueden resumirse en una pregunta respondida con el silencio: ¿Por qué no tenemos un escritor como él?.<br />
Según dijeron a Prensa Latina asistentes al lanzamiento, el intercambio de criterios permitió ampliar y comprobar la comprensión de la referida novela y de preparación para el segundo libro en chino, presentado siete meses después de Cien años de soledad.<br />
El nuevo acontecimiento en esta capital asociado a Gabo reunió a estudiantes de español, catedráticos, hispanistas y representantes del cuerpo diplomático latinoamericano en el Instituto Cervantes, entre otros.<br />
<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-64822288979416635292011-12-14T08:36:00.000-08:002011-12-14T08:36:02.731-08:00El fragmento del miércoles<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLASjt5sBdXZR98Fj86c0Ry_q-jA1t1_svPfo1jzTTUQ-FYHRlER5FRzE-zrzgJoCqBFnfQ1ms4Q5eeawT_N-DWhUug_CH4PROGen3zcmgOUthYzSRQGz-ykmAyDQBgKfYuwxFw5NP_uXt/s1600/rosa_007.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLASjt5sBdXZR98Fj86c0Ry_q-jA1t1_svPfo1jzTTUQ-FYHRlER5FRzE-zrzgJoCqBFnfQ1ms4Q5eeawT_N-DWhUug_CH4PROGen3zcmgOUthYzSRQGz-ykmAyDQBgKfYuwxFw5NP_uXt/s320/rosa_007.jpg" width="320" /></a></div>
<b>Alguien desordena estas rosas, de Ojos de perro azul</b><br /><br />" Como es domingo y ha dejado de llover, pienso llevar un ramo de rosas a mi tumba. Rosas rojas y blancas, de las que ella cultiva para hacer altares y coronas. La mañana estuvo entristecida por este invierno taciturno y sobrecogedor que me ha puesto a recordar la colina donde la gente del pueblo abandona sus muertos. Es un sitio pelado, sin árboles, barrido apenas por las migajas providenciales que regresan después que el viento ha pasado. Ahora que dejó de llover y que el sol de mediodía debe haber endurecido el jabón de la cuesta, podría llegar hasta el túmulo en cuyo fondo reposa mi cuerpo de niño, ahora confundido, desmenuzado entre caracoles y raíces. "<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-6851600804822114892011-12-09T03:03:00.001-08:002011-12-09T03:05:49.320-08:00El fragmento del viernes<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfzlvLV9-RG8lKHcI2VY02J3QBem-qQn2Wp-N6ThDB1zMCGwdxf4es_ISihYPxhcbRSAB3Idg0DM8KJBErZ5zWxxqvGSh7Av41X1Ns1lunhPEi-X2fvJ9HOYobgox4enaZ38PE9OzhSmrq/s1600/2229788_640px.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfzlvLV9-RG8lKHcI2VY02J3QBem-qQn2Wp-N6ThDB1zMCGwdxf4es_ISihYPxhcbRSAB3Idg0DM8KJBErZ5zWxxqvGSh7Av41X1Ns1lunhPEi-X2fvJ9HOYobgox4enaZ38PE9OzhSmrq/s320/2229788_640px.jpg" width="240" /></a></div>
<b>Vivir para contarla</b><br />
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No puedo imaginarme un medio familiar más propicio para mi vocación que aquella casa lunática, en especial por el carácter de las numerosas mujeres que me criaron. Los únicos hombres éramos mi abuelo y yo, y él me inició en la triste realidad de los adultos con relaciones de batallas sangrientas y explicaciones escolares del vuelo de los pájaros y los truenos del atardecer, y me alentó en mi afición al dibujo. Al principio dibujaba en las paredes, hasta que las mujeres de la casa pusieron el grito en el cielo: la pared y la muralla son el papel de la canalla. Mi abuelo se enfureció, e hizo pintar de blanco un muro de su platería y me compró lápices de colores, y más tarde un estuche de acuarelas para que pintara a gusto, mientras el fabricaba sus célebres pescaditos de oro. Alguna ves le oí decir que nieto iba a ser pintor, y no me llamó la atención, porque yo creía que lo pintores eran sólo los que pintaban puertas.<br />Quienes me conocieron a los cuatro años dicen que era pálido y ensimismado, y que sólo hablaba para contar disparates, pero mis relatos eran en gran parte episodios simples de la vida cotidiana, que yo hacía más atractivos con detalles fantásticos para que los adultos me hicieran caso. Mi mejor fuente de inspiración eran las conversaciones que los mayores sostenían delante de mí, porque pensaban que no las entendía, o las que citaban aposta para que no las entendiera. Y era todo lo contrario: yo las absorbía como una esponja, las desmontaba en piezas, las trastocaba para escamotear el origen, y cuando se las contaba a los mismos que las habían contado se quedaban perplejos por las coincidencias entre lo que yo decía y lo que ellos pensaban. <br />
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<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-1683720911880227052011-12-08T04:03:00.001-08:002011-12-08T04:05:18.051-08:00Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJg-W5ELnzvm44Y4wL08Qiq-JTruyn4AcdOh__hrD1CZZ5JXl3Q9TK60fTaKGG0CFuCV4tjAs9tUJQAbAvxwaLqW-ovud0JIvvcqYxfrg0LVYuVmHBog7nLBT77rSkxClpR46psYGTamga/s1600/AmanecerEnElMuelle.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="220" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJg-W5ELnzvm44Y4wL08Qiq-JTruyn4AcdOh__hrD1CZZ5JXl3Q9TK60fTaKGG0CFuCV4tjAs9tUJQAbAvxwaLqW-ovud0JIvvcqYxfrg0LVYuVmHBog7nLBT77rSkxClpR46psYGTamga/s320/AmanecerEnElMuelle.jpg" width="320" /></a></div>
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El invierno se precipitó un domingo a la salida de misa. La noche del sábado había sido sofocante. Pero aún en la mañana del domingo no se pensaba que pudiera llover. Después de misa, antes de que las mujeres tuviéramos tiempo de encontrar un broche de las sombrillas, sopló un viento espeso y oscuro que barrió en una amplia vuelta redonda el polvo y la dura yesca de mayo. Alguien dijo junto a mí: “Es viento de agua”. Y yo lo sabía desde antes. Desde cuando salimos al atrio y me sentí estremecida por la viscosa sensación en el vientre. Los hombres corrieron hacia las casas vecinas con una mano en el sombrero y un pañuelo en la otra, protegiéndose del viento y la polvareda. Entonces llovió. Y el cielo fue una sustancia gelatinosa y gris que aleteó a una cuarta de nuestras cabezas. Durante el resto de la mañana mi madrastra y yo estuvimos sentadas junto al pasamano, alegre de que la lluvia revitalizara el romero y el nardo sedientos en las macetas después de siete meses de verano intenso, de polvo abrasante. Al mediodía cesó la reverberación de la tierra y un olor a suelo removido, a despierta y renovada vegetación, se confundió con el fresco y saludable olor de la lluvia con el romero. Mi padre dijo a la hora de almuerzo: “Cuando llueve en mayo es señal de que habrá buenas aguas”. Sonriente, atravesada por el hilo luminoso de la nueva estación, mi madrastra me dijo: “Eso lo oíste en el sermón”. Y mi padre sonrió. Y almorzó con buen apetito y hasta tuvo una entretenida digestión junto al pasamano, silencioso, con los ojos cerrados pero sin dormir, como para creer que soñaba despierto.<br />
<a name='more'></a>Llovió durante toda la tarde en un solo tono. En la intensidad uniforme y apacible se oía caer el agua como cuando se viaja toda la tarde en un tren. Pero sin que lo advirtiéramos, la lluvia estaba penetrando demasiado hondo en nuestros sentidos. En la madrugada del lunes, cuando cerramos la puerta para evitar el vientecillo cortante y helado que soplaba del patio, nuestros sentidos habían sido colmados por la lluvia. Y en la mañana del lunes los había rebasado. Mi madrastra y yo volvimos a contemplar el jardín. La tierra áspera y parda de mayo se había convertido durante la noche en una substancia oscura y pastosa, parecida al jabón ordinario. Un chorro de agua comenzaba a correr por entre las macetas. “Creo que en toda la noche han tenido agua de sobra”, dijo mi madrastra. Y yo noté que había dejado de sonreír y que su regocijo del día anterior se había transformado en una seriedad laxa y tediosa. “Creo que sí —dije—. Será mejor que los guajiros las pongan en e corredor mientras escampa”. Y así lo hicieron, mientras la lluvia crecía como árbol inmenso sobre los árboles. Mi padre ocupó el mismo sitio en que estuvo la tarde del domingo, pero no habló de la lluvia. Dijo: “Debe ser que anoche dormí mal, porque me he amanecido doliendo el espinazo”. Y estuvo allí, sentado contra el pasamano, con los pies en una silla y la cabeza vuelta hacia el jardín vacío. Solo al atardecer, después que se negó a almorzar dijo: “Es como si no fuera a escampar nunca”. Y yo me acordé de los meses de calor. Me acordé de agosto, de esas siestas largas y pasmadas en que nos echábamos a morir bajo el peso de la hora, con la ropa pegada al cuerpo por el sudor, oyendo afuera el zumbido insistente y sordo de la hora sin transcurso. Vi las paredes lavadas, las junturas de la madera ensanchadas por el agua. Vi el jardincillo, vacío por primera vez, y el jazminero contra el muro, fiel al recuerdo de mi madre. Vi a mi padre sentado en el mecedor, recostadas en una almohada las vértebras doloridas, y los ojos tristes, perdidos en el laberinto de la lluvia. Me acordé de las noches de agosto, en cuyo silencio maravillado no se oye nada más que el ruido milenario que hace la Tierra girando en el eje oxidado y sin aceitar. Súbitamente me sentí sobrecogida por una agobiadora tristeza.<br />
Llovió durante todo el lunes, como el domingo. Pero entonces parecía como si estuviera lloviendo de otro modo, porque algo distinto y amargo ocurría en mi corazón. Al atardecer dijo una voz junto a mi asiento: “Es aburridora esta lluvia”. Sin que me volviera a mirar, reconocí la voz de Martín. Sabía que él estaba hablando en el asiento del lado, con la misma expresión fría y pasmada que no había variado ni siquiera después de esa sombría madrugada de diciembre en que empezó a ser mi esposo. Habían transcurrido cinco meses desde entonces. Ahora yo iba a tener un hijo. Y Martín estaba allí, a mi lado, diciendo que le aburría la lluvia. “Aburridora no —dije. Lo que me parece es demasiado triste es el jardín vacío y esos pobre árboles que no pueden quitarse del patio”. Entonces me volvía mirarlo, y ya Martín no estaba allí. Era apenas una voz que me decía: “Por lo visto no piensa escampar nunca”, y cuando miré hacia la voz, sólo encontré la silla vacía.<br />
El martes amaneció una vaca en el jardín. Parecía un promontorio de arcilla en su inmovilidad dura y rebelde, hundidas las pezuñas en el barro y la cabeza doblegada. Durante la mañana los guajiros trataron de ahuyentarla con palos y ladrillos, Pero la vaca permaneció imperturbable en el jardín, dura, inviolables, todavía las pezuñas hundidas en el barro y la enorme cabeza humillada por la lluvia. Los guajiros la acostaron hasta cuando la paciente tolerancia de mi padre vino en defensa suya: “Déjenla tranquila —dijo—. Ella se irá como vino”.<br />
Al atardecer del martes el agua apretaba y dolía como una mortajada en el corazón. El fresco de la primera mañana empezó a convertirse en una humedad caliente; era una temperatura de escalofrío. Los pies sudaban dentro de los zapatos, No se sabía qué era más desagradable, si la piel al descubierto o el contacto con la ropa en la piel. En la casa había cesado toda actividad. Nos sentamos en el corredor, pero ya no contemplábamos la lluvia como el primer día. Ya no la sentíamos caer. Ya no veíamos sino el contorno de los árboles en la niebla, en un atardecer triste y desolado que dejaba en los labios el mismo sabor con que se despierta después de haber soñado con una persona desconocida. Yo sabía que era martes y me acordaba de las mellizas de San Jerónimo, de las niñas ciegas que todas las semanas vienen a la casa a decirnos canciones simples, entristecidas por el amargo y desamparado prodigio de sus voces. Por encima de la lluvia yo oía la cancioncilla de las mellizas ciega y las imaginaba en su casa, acuclilladas, aguardando a que cesara la lluvia para salir a cantar. Aquel día no llegarían las mellizas de San Jerónimo, pensaba yo, ni la pordiosera estaría en el corredor después de la siesta, pidiendo como todos los martes, la eterna ramita de toronjil.<br />
Ese día perdimos el orden de las comidas. Mi madrastra sirvió a la hora de la siesta un plato de sopa simple y un pedazo de pan rancio. Pero en realidad no comíamos desde el atardecer del lunes y creo que desde entonces dejamos de pensar. Estábamos paralizados, narcotizados por la lluvia, entregados al derrumbamiento de la naturaleza en una actitud pacífica y resignada. Solo la vaca se movió en la tarde- De pronto, un profundo rumor sacudió sus entrañas y las pezuñas se hundieron en el barro con mayor fuerza. Luego permaneció inmóvil durante media hora, como si ya estuviera muerta, pero no pudiera caer porque se lo impedía la costumbre de estar viva, el hábito de estar en una misma posición bajo la lluvia, hasta cuando la costumbre fue más débil que el cuerpo. Entonces dobló las patas delanteras (levantadas todavía en un último esfuerzo agónico las ancas brillantes y oscuras), hundió el babeante hocico en el lodazal y se rindió por fin al peso de su propia materia en una silenciosa, gradual y digna ceremonia de total derrumbamiento. “Hasta ahí llegó”, dijo alguien a mis espaldas. Y yo me volví a mirar y vi en el umbral a la pordiosera de los martes que venía a través de la tormenta a pedir la ramita de toronjil. Tal vez el miércoles me habría acostumbrado a ese ambiente sobrecogedor si al llegar a la sala no hubiera encontrado la mesa recostada contra la pared, los muebles amontonados encima de ella, y del otro lado, en un parapeto improvisado durante la noche, los baúles y las cajas con los utensilios domésticos. El espectáculo me produjo una terrible sensación de vacío. Algo había sucedido durante la noche. La casa estaba en desorden; los guajiros, sin camisa y descalzos, con los pantalones enrollados hasta las rodillas, transportaban los muebles al comedor. En la expresión de los hombres, en la misma diligencia con que trabajaban se advertía la crueldad de la frustrada rebeldía, de la forzosa y humillante inferioridad bajo la lluvia. Yo me movía sin dirección, sin voluntad. Me sentía convertida en una pradera desolada, sembrada de algas y líquenes, de hongos viscosos y blandos, fecunda por la repugnante flora de la humedad y de las tinieblas. Yo estaba en la sala contemplando el desierto espectáculo de los mueble amontonados cuando oí la voz de mi madrastra en el cuarto advirtiéndome que podía contraer una pulmonía. Solo entonces caí en la cuenta de que el agua me daba en los tobillos, de que la casa estaba inundada, cubierto el piso por una gruesa superficie de agua viscosa y muerta.<br />
Al mediodía del miércoles no había acabado de amanecer. Y antes de las tres de la tarde la noche había entrado de lleno, anticipada y enfermiza, con el mismo lento y monótono y despiadado ritmo de la lluvia en el patio. Fue un crepúsculo prematuro, suave y lúgubre, que creció en medio del silencio de los guajiros, que se acuclillaron en las sillas, contra las paredes, rendidos e impotentes ante el disturbio de la naturaleza. Entonces fue cuando empezaron a llegar noticias de la calle. Nadie las traía a la casa. Simplemente llegaba, precisas, individualizadas, como conducidas por el barro líquido que corría por las calles y arrastraba objetos domésticos, cosas y cosas, destrozos de una remota catástrofe, escombros y animales muertos. Hechos ocurridos el domingo, cuando todavía la lluvia era el anuncio de una estación providencial, tardaron dos días en conocerse en la casa. Y el miércoles llegaron las noticias, como empujadas por el propio dinamismo interior de la tormenta. Se supo entonces que la iglesia estaba inundada y se esperaba su derrumbamiento. Alguien que no tenía por qué saberlo, dijo esa noche: “El tren no puede pasar el puente desde el lunes. Parece que el río se llevó los rieles”. Y se supo que una mujer enferma había desaparecido de su lecho y había sido encontrada esa tarde flotando en el patio.<br />
Aterrorizada, poseída por el espanto y el diluvio, me senté en el mecedor con las piernas encogidas y los ojos fijos en la oscuridad húmeda y llena de turbios pensamientos. Mi madrastra apareció en el vano de la puerta, con la lámpara en alto y la cabeza erguida. Parecía un fantasma familiar ante el cual yo misma participaba de su condición sobrenatural. Vino hasta donde yo estaba. Aún mantenía la cabeza erguida y la lámpara en alto, y chapaleaba en el agua del corredor. “Ahora tenemos que rezar”, dijo. Y yo vi su rostros seco y agrietado, como si acabara de abandonar una sepultura o como si estuviera fabricada en una substancia distinta de la humana. Estaba frente a mí, con el rosario en la mano, diciendo: “Ahora tenemos que rezar. El agua rompió las sepulturas y los pobrecitos muertos están flotando en el cementerio”. Tal vez había dormido un poco esa noche cuando desperté sobresaltada por un olor agrio y penetrante como el de los cuerpos en descomposición. Sacudía con fuerza a Martín, que roncaba a mi lado. “¿No lo sientes?”, le dije. Y él dijo “¿Qué?” Y yo dije: “El olor. Deben ser los muertos que están flotando por las calles”. Yo me sentía aterrorizada por aquella idea, pero Martín se volteó contra la pared y dijo con la voz ronca y dormida: “Son cosas tuyas. Las mujeres embarazadas siempre están con imaginaciones”.<br />
Al amanecer del jueves cesaron los olores, se perdió el sentido de las distancias. La noción del tiempo, trastornada desde el día anterior, desapareció por completo. Entonces no hubo jueves. Lo que debía ser lo fue una cosa física y gelatinosa que había podido apartarse con las manos para asomarse al viernes. Allí no había hombres ni mujeres. Mi madrastra, mi padre, los guajiros eran cuerpos adiposos e improbables que se movían en el tremedal del invierno. Mi padre me dijo: “No se mueva de aquí hasta cuando no le diga lo qué se hace”, y su voz era lejana e indirecta y no parecía percibirse con los oídos sino con el tacto, que era el único sentido que permanecía en actividad.<br />
Pero mi padre no volvió: se extravió en el tiempo. Así que cuando llegó la noche llamé a mi madrastra para decirle que me acompañara al dormitorio. Tuve un sueño pacífico, sereno, que se prolongó a lo largo de toda la noche- Al día siguiente la atmósfera seguía igual, sin color, sin olor, sin temperatura. Tan pronto como desperté salté a un asiento y permanecí inmóvil, porque algo me indicaba que todavía una zona de mi consciencia no había despertado por completo. Entonces oí el pito del tren. El pito prolongado y triste del tren fugándose de la tormenta. “Debe haber escampado en alguna parte”, pensé, y una voz a mis espaldas pareció responder a mi pensamiento: “Dónde...”, dijo. “¿quién esta ahí?”, dije yo, mirando. Y vi a mi madrastra con un brazo largo y escuálido extendido hacia la pared. “Soy yo”, dijo Y yo le dije: “¿Los oyes?” Y ella dijo que sí, que tal vez habría escampado en los alrededores y habían reparado las líneas. Luego me entregó una bandeja con el desayuno humeante. Aquello olía a salsa de ajo y manteca hervida. Era un plato de sopa. Desconcertada le pregunté a mi madrastra por la hora. Y ella, calmadamente, con una voz que sabía a postrada resignación, dijo: “Deben ser las dos y media, más o menos. El tren no lleva retraso después de todo”. Yo dije: “¡Las dos y media! ¡Cómo hice para dormir tanto!” Y ella dijo: “No has dormido mucho. A lo sumo serían las tres”. Y yo, temblando, sintiendo resbalar el plato entre mis manos: “Las dos y media del viernes...”, dije. Y ella, monstruosamente tranquila: “Las dos y media del jueves, hija. Todavía las dos y media del jueves”.<br />
No sé cuanto tiempo estuve hundida en aquel sonambulismo en que los sentidos perdieron su valor. Solo sé que después de muchas horas incontables oí una voz en la pieza vecina. Una voz que decía: “Ahora puedes rodar la cama para ese lado”. Era una voz fatigada, pero no voz de enfermo, sino de convaleciente. Después oí el ruido de los ladrillos en el agua. Permanecí rígida antes de darme cuenta de que me encontraba en posición horizontal. Entonces sentí el vacío inmenso, Sentí el trepidante y violento silencio de la casa, la inmovilidad increíble que afectaba a todas las cosas. Y súbitamente sentí el corazón convertido en una piedra helada. “estoy muerta —pensé—. Dios. Estoy muerta”. Di un salto de la cama. Grite: “¡Ada, Ada!” La voz desabrida de martín me respondió desde el otro lado: “No pueden oírte porque ya están fuera”. Solo entonces me di cuenta de que había escampado y de que en torno a nosotros se extendía un silencio, una tranquilidad, una beatitud misteriosa y profunda, un estado perfecto que debía ser muy parecido a la muerte. Después se oyeron pisadas en el corredor. Se oyó una voz clara y completamente viva. Luego un vientecito fresco sacudió la hoja de la puerta, hizo crujir la cerradura, y un cuerpo sólido y momentáneo, como una fruta madura, cayó profundamente en la alberca del patio. Algo en el aire denunciaba la presencia de una persona invisible que sonreía en la oscuridad.<br />
“Dios mío —pensé entonces, confundida por el trastorno del tiempo—. Ahora no me sorprendería de que me llamaran para asistir a la misa del domingo pasado”.<br />
<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-38452221029752796992011-12-07T03:37:00.001-08:002011-12-07T03:39:57.060-08:00El fragmento del miércoles<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />
<b>El coronel no tiene quién le escriba</b><br />
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" Después de afeitarse al tacto —pues carecía de espejo desde hacía mucho tiempo— el coronel se vistió en silencio. Los pantalones, casi tan ajustados a las piernas como los calzoncillos largos, cerrados en los tobillos con lazos corredizos, se sostenían en la cintura con dos lengüetas del mismo paño que pasaban a través de dos hebillas doradas cosidas a la altura de los riñones. No usaba correa. La camisa color de cartón antiguo, dura como un cartón, se cerraba con un botón de cobre que servía al mismo tiempo para sostener el cuello postizo. Pero el cuello postizo estaba roto, de manera que el coronel renunció a la corbata. Hacía cada cosa como si fuera un acto trascendental. Los huesos de sus manos estaban forrados por un pellejo lúcido y tenso, manchado de carate como la piel del cuello. Antes de ponerse los botines de charol raspó el barro incrustado en la costura. Su esposa lo vio en ese instante, vestido como el día de su matrimonio. Sólo entonces advirtió cuánto había envejecido su esposo. La mujer lo examinó. Pensó que no. El coronel no parecía un papagayo. Era un hombre árido, de huesos sólidos articulados a tuerca y tornillo. Por la vitalidad de sus ojos no parecía conservado en formol. "Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-86938929525521340232011-12-06T02:41:00.001-08:002011-12-06T02:46:39.748-08:00"El argentino que se hizo querer de todos"<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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Emotivo artículo de Gabo sobre su amigo Julio Cortazar ( Febrero 1984)<br />
<br />
Fui a Praga por última vez hace unos quince años, con Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Viajábamos en tren desde París porque los tres éramos solidarios en nuestro miedo al avión, y habíamos hablado de todo mientras atravesábamos la noche dividida de las Alemanias, sus océanos de remolacha, sus inmensas fábricas de todo, sus estragos de guerras atroces y amores desaforados.A la hora de dormir, a Carlos Fuentes se le ocurrió preguntarle a Cortázar cómo y en qué momento y por iniciativa de quién se había introducido el piano en la orquesta de jazz. La pregunta era casual y no pretendía conocer nada más que una fecha y un nombre, pero la respuesta fue una cátedra deslumbrante que se prolonga hasta el amanecer, entre enormes vasos de cerveza y salchichas de perro con papas heladas. Cortázar, que sabía medir muy bien sus palabras, nos hizo una recomposición histórica y estética con una versación y una sencillez apenas creíbles, que culminó con las primeras luces en una apología homérica de Thelomus Monk. No sólo hablaba con una profunda voz de órgano de erres arrastradas, sino también con sus manos de huesos grandes como no recuerdo otras más expresivas. Ni Carlos Fuentes ni yo olvidaríamos jamás el asombro de aquella noche irrepetible.<br />
<a name='more'></a><br />
Doce años después vi a Julio Cortázar enfrentado a una muchedumbre en un parque de Managua, sin más armas que su voz hermosa y un cuento suyo de los más difíciles: La noche de Mantequilla Nápoles. Es la historia de un boxeador en desgracia contada por él mismo en lunfardo, el dialecto de los bajos fondos de Buenos Aires, cuya comprensión nos estaría vetada por completo al resto de los mortales si no la hubiérmos vislumbrado a través de tanto tango malevo; sin embargo, fue ése el cuento que el propio Cortázar escogía para leerlo en una tarima frente a la muchedumbre de un vasto jardín iluminado, entre la cual había de todo, desde poetas consagrados y albañiles cesantes, hasta comandantes de la revolución y sus contrarios. Fue otra experiencia deslumbrante. Aunque en rigor no era fácil seguir el sentido del relato, aun para los más; entrenados en la jerga lunfarda, tino sentía y le dolían los golpes que recibía Mantequilla Nápoles en la soledad del cuadrilátero, y daban ganas de llorar por sus ilusiones y su miseria, pues; Cortázar había logrado una comunicación tan entrañable con su auditorio que ya no le importaba a nadie lo que querían decir o no decir las palabras, sino que la muchedumbre sentada en la hierba parecía levitar en estado de gracia por el hechizo de una voz que no parecía de este mundo.<br />
<br />
Estos dos recuerdos de Cortázar que tanto me afectaron me parecen también los que mejor lo definían. Eran los dos extremos de su personalidad. En privado, como en el tren de Praga, lograba seducir por su elocuencia, por su erudición viva, por su memoria milimétrica, por su humor peligroso, por todo lo que hizo de él un intelectual de los grandes en el buen, sentido de otros tiempos. En público, a pesar de su reticencia a convertirse en un espectáculo, fascinaba al auditorio con una presencia ineludible que tenía algo de sobrenatural, al mismo tiempo tierna y extraña. En ambos casos fue el ser humano más impresionante que he tenido la suerte de conocer.<br />
<br />
Desde el primer momento, a fines del otoño triste de 1956, en un café de París con nombre inglés, adonde él solía ir de vez en cuando a escribir en una mesa del rincón, como Jean Paul Sartre lo hacía a trescientos metros de allí, en un cuaderno de escolar y con una pluma fuente de tinta legítima que manchaba los dedos. Yo había leído Bestiario, su primer libro de cuentos, en un hotel de lance de Barranquilla donde dormía por un peso con cincuenta centavos, entre peloteros mal pagados y putas felices, y desde la primera página me di cuenta de que aquél era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande. Alguien me dijo en París que él escribía en el café Old Navy, del Boulevard Saint Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición. Era el hombre más alto que se podía imaginar, con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro que más bien parecía la sotana de un viudo, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón.<br />
<br />
Años después, cuando ya éramos amigos, creí volver a verlo como lo vi aquel día, pues me parece que se recreó a sí mismo en uno de sus cuentos mejor acabados -El otro cielo-, en el personaje de un latinoamericano sin nombre que asistía de puro curioso a las ejecuciones en la guillotina. Como si lo hubiera hecho frente a un espejo, Cortázar lo describió así: "Tenía una expresión distante y a la vez curiosamente fija, la cara de alguien que se ha inmovilizado en un momento de su sueño y rehúsa dar el paso que lo devolverá a la vigilia". Su personaje andaba envuelto en una hopalanda negra y larga, como el abrigo del propio Cortázar cuando lo vi por primera vez, pero el narrador no se atrevía a acercársele para preguntarle su origen, por temor a la fría cólera con que él mismo hubiera recibido una interpelación semejante. Lo raro es que yo tampoco me había atrevido a acercarme a Cortázar aquella tarde del Old Navy, y por el mismo temor. Lo vi escribir durante más de una hora, sin una pausa para pensar, sin tomar nada más que medio vaso de agua mineral, hasta que empezó a oscurecer en la calle y guardó la pluma en el bolsillo y salió con el cuaderno debajo del brazo como el escolar más alto y más flaco del mundo. En las muchas veces que n os vimos años después, lo único que había cambiado en él era la barba densa y oscura, pues hasta hace apenas dos semanas parecía cierta la leyenda de que era inmortal, porque nunca había dejado de crecer y se mantuvo siempre en la misma edad con que había nacido. Nunca me atreví a preguntarle si era verdad, como tampoco le conté que en el otoño triste de 1956 lo había visto, sin atreverme a decirle nada, en su rincón del Old Navy, y sé que dondequiera que esté ahora estará mentándome la madre por mi timidez.<br />
<br />
Los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias. Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción. Fue, tal vez sin proponérselo, el argentino que se hizo querer de todo el mundo. Sin embargo, me atrevo a pensar que si los muertos se mueren, Cortázar debe estarse muriendo otra vez de vergüenza por la consternación mundial que ha causado su muerte. Nadie le temía más que él, ni en la vida real ni en los libros, a los honores póstumos y a los fastos funerarios. Más aún: siempre pensé que la muerte misma le parecía indecente. En alguna parte de La vuelta al día en ochenta mundos un grupo de amigos no puede soportar la risa ante la evidencia de que un amigo común ha incurrido en la ridiculez de morirse. Por eso, porque lo conocí y lo quise tanto, me resisto a participar en los lamentos y elegías por Julio Cortázar. Prefiero seguir pensando en él como sin duda él lo quería, con el júbilo inmenso de que haya existido, con la alegría entrañable de haberlo conocido, y la gratitud de que nos haya dejado para el mundo una obra tal vez inconclusa pero tan bella e indestructible como su recuerdo.Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-3246629818817751212011-12-05T04:39:00.001-08:002011-12-05T04:42:46.542-08:00El fragmento del lunes<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixIvompwG1OwdZQOOwlh-VcYpPTQ7Io-YWuUUchFmWhyPw1UzsBTnIdwqGEm2c4uLG-LF4s2TUDCFBAVm1za6It71ULfw9bnmHGZSrdagczPO_m9DieJ5d-9hIJrGcFCg_FBisVHDgp6c-/s1600/Hojarasca+del+Alma.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixIvompwG1OwdZQOOwlh-VcYpPTQ7Io-YWuUUchFmWhyPw1UzsBTnIdwqGEm2c4uLG-LF4s2TUDCFBAVm1za6It71ULfw9bnmHGZSrdagczPO_m9DieJ5d-9hIJrGcFCg_FBisVHDgp6c-/s320/Hojarasca+del+Alma.jpg" width="256" /></a></div>
<b><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: Trebuchet MS,Tahoma,Arial;"><span style="font-size: small;">La Hojarasca</span></span></span></b><br />
<span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: Trebuchet MS,Tahoma,Arial;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></span><br />
<span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: Trebuchet MS,Tahoma,Arial;"><span style="font-size: small;">" Allí vinieron, confundidos con la hojarasca humana, arrastrados por su impetuosa fuerza, los desperdicios de los almacenes, de los hospitales, de los salones de diversión, de las plantas eléctricas; desperdicios de mujeres solas y de hombres que amarraban la mula en un horcón del hotel, trayendo como un único equipaje, un baúl de madera o un atadillo de ropa, y a los pocos meses tenían casa propia, dos concubinas y el título militar que les quedaron debiendo por haber llegado tarde a la guerra.<br />(...)<br />Hay un minuto en que se agota la siesta. Hasta la secreta, recóndita, minúscula actividad de los insectos cesa en ese instante preciso; el curso de la naturaleza se detiene; la creación se tambalea al borde del caos y las mujeres se incorporan, babeando, con la flor de la almohada bordada en la mejilla, sofocadas por la temperatura y el rencor. "</span></span></span>Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-8146826223651114862011-12-04T16:34:00.001-08:002011-12-04T16:52:15.381-08:00Un manual para ser niño<b> </b><link href="file:///D:%5CWindows%5CTemp%5Cmsohtml1%5C01%5Cclip_filelist.xml" rel="File-List"></link><o:smarttagtype name="PersonName" namespaceuri="urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags"></o:smarttagtype><!--[if gte mso 9]><xml>
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmEmT8txAqwxQxJRVzkdGwLCks3_XSmd5D5P_CR3zmAcJ9QwNjGmzlSv989I6GfDNBgfQQJKyyPXrGsxHj9mVoWYsgWQd1KGyqbbFYAtMANrUbqM3nPjtUZsjPeHXTGvGToEI44R1EOcVs/s1600/_42646435_060307gabito.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmEmT8txAqwxQxJRVzkdGwLCks3_XSmd5D5P_CR3zmAcJ9QwNjGmzlSv989I6GfDNBgfQQJKyyPXrGsxHj9mVoWYsgWQd1KGyqbbFYAtMANrUbqM3nPjtUZsjPeHXTGvGToEI44R1EOcVs/s1600/_42646435_060307gabito.jpg" /></a></div>
<b>Memorables líneas de Gabo para todos los chicos.</b><br />
<br />
Aspiro a que estas reflexiones sean un manual para que los
niños se atrevan a defenderse de los adultos en el aprendizaje de las artes y las letras. No
tienen una base científica sino emocional o sentimental, si se quiere, y se fundan en una
premisa improbable: si a un niño se le pone frente a una serie de juguetes diversos,
terminará por quedarse con uno que le guste más. Creo que esa preferencia no es casual, sino
que revela en el niño una vocación y una aptitud que tal vez pasarían inadvertidas
para sus padres despistados y sus fatigados maestros. Creo que ambas le vienen de
nacimiento, y sería importante identificarlas a tiempo y tomarlas en cuenta para ayudarlo a
elegir su profesión. Más aún: creo que algunos niños a una cierta edad, y en ciertas
condiciones, tienen facultades congénitas que les permiten ver más allá de la realidad
admitida por los adultos.<br />
<a name='more'></a> Podrían ser residuos de algún poder adivinatorio que el género
humano agotó en etapas anteriores, o manifestaciones extraordinarias de la intuición casi clarividente de los artistas durante la soledad del crecimiento, y que
desaparecen, como la glándula del timo, cuando ya no son necesarias. Creo que se nace escritor, pintor o músico. Se nace con la vocación y en muchos
casos con las condiciones físicas para la danza y el teatro, y con un talento
propicio para el periodismo escrito, entendido como un género literario, y para el cine,
entendido como una síntesis de la ficción y la plástica. En ese sentido soy un platónico:
aprender es recordar. Esto quiere decir que cuando un niño llega a la escuela primaria
puede ir ya predispuesto por la naturaleza para alguno de esos oficios, aunque todavía no
lo sepa. Y tal vez no lo sepa nunca, pero su destino puede ser mejor si alguien lo ayuda a descubrirlo. No para forzarlo en ningún sentido, sino para crearle condiciones favorables y alentarlo a gozar sin temores de su juguete preferido. Creo, con
una seriedad absoluta, que hacer siempre lo que a uno le gusta, y sólo eso, es la
fórmula magistral para una vida larga y feliz. Para sustentar esa alegre suposición no tengo más fundamento que la experiencia
difícil y empecinada de haber aprendido el oficio de escritor contra un medio adverso,
y no sólo al margen de la educación formal sino contra ella, pero a partir de dos
condiciones sin alternativas: una aptitud bien definida y una vocación arrasadora. Nada me complacería más si esa aventura solitaria pudiera tener alguna utilidad no sólo
para el aprendizaje de este oficio de las letras, sino para el de todos los oficios de
las artes. La vocación sin don y el don sin vocación Georges Bernanos, escritor católico francés, dijo: "Toda vocación es un
llamado". El Diccionario de Autoridades, que fue el primero de <st1:personname productid="la Real Academia" w:st="on">la Real Academia</st1:personname> en
1726, la definió como "la inspiración con que Dios llama a algún estado de
perfección". Era, desde luego, una generalización a partir de las vocaciones religiosas. La aptitud,
según el mismo diccionario, es "la habilidad y facilidad y modo para hacer alguna
cosa". Dos (Tomado del Tomo 2 de la colección "Documentos de la Misión, Ciencia, Educación y Desarrollo: Educación para el Desarrollo". Presidencia de <st1:personname productid="la República" w:st="on">la República</st1:personname>
- Consejería para el Desarrollo Institucional - Colciencias) Santafé de Bogotá D.C., 1995 siglos y medio después, el Diccionario de <st1:personname productid="la Real Academia" w:st="on">la Real Academia</st1:personname>
conserva estas definiciones con retoques mínimos. Lo que no dice es que una vocación inequívoca y asumida a fondo llega a ser insaciable y eterna, y resistente a toda fuerza contraria: la
única disposición del espíritu capaz de derrotar al amor. Las aptitudes vienen a menudo acompañadas de sus atributos físicos. Si se les
canta la misma nota musical a varios niños, unos la repetirán exacta, otros no. Los
maestros de música dicen que los primeros tienen lo que se llama el oído primario, importante
para ser músicos. Antonio Sarasate, a los cuatro años, dio con su violín de juguete
una nota que su padre, gran virtuoso, no lograba dar con el suyo. Siempre existirá el
riesgo, sin embargo, de que los adultos destruyan tales virtudes porque no les parecen primordiales, y terminen por encasillar a sus hijos en la realidad amurallada
en que los padres los encasillaron a ellos. El rigor de muchos padres con los hijos
artistas suele ser el mismo con que tratan a los hijos homosexuales. Las aptitudes y las vocaciones no siempre vienen juntas. De ahí el desastre de
cantantes de voces sublimes que no llegan a ninguna parte por falta de juicio, o de
pintores que sacrifican toda una vida a una profesión errada, o de escritores prolíficos que
no tienen nada que decir. Sólo cuando las dos se juntan hay posibilidades de que algo
suceda, pero no por arte de magia: todavía falta la disciplina, el estudio, la técnica,
y un poder de superación para toda la vida. Para los narradores hay una prueba que no falla. Si se le pide a un grupo de
personas de cualquier edad que cuenten una película, los resultados serán reveladores. Unos
darán sus impresiones emocionales, políticas, o filosóficas, pero no sabrán contar la
historia completa y en orden. Otros contarán el argumento, tan detallado como recuerden,
con la seguridad de que será suficiente para transmitir la emoción del original. Los
primeros podrán tener un porvenir brillante en cualquier materia, divina o humana, pero
no serán narradores. A los segundos les falta todavía mucho para serlo base cultural, técnica, estilo propio, rigor mentalpero pueden llegar a serlo. Es decir: hay quienes saben contar un cuento desde que empiezan a hablar, y hay quienes no sabrán nunca. En
los niños es una prueba que merece tomarse en serio. Las ventajas de no obedecer a los padres La encuesta adelantada para estas reflexiones ha demostrado que en Colombia no existen sistemas establecidos de captación precoz de aptitudes y vocaciones
tempranas, como punto de partida para una carrera artística desde la cuna hasta la tumba.
Los padres no están preparados para la grave responsabilidad de identificarlas a
tiempo, y en cambio sí lo están para contrariarlas. Los menos drásticos les proponen a los
hijos estudiar una carrera segura, y conservar el arte para entretenerse en las horas
libres. Por fortuna para la humanidad, los niños les hacen poco caso a los padres en
materia grave, y menos en lo que tiene que ver con el futuro. Por eso los que tienen vocaciones escondidas asumen actitudes engañosas para
salirse con la suya. Hay los que no rinden en la escuela porque no les gusta lo que
estudian, y sin embargo podrían descollar en lo que les gusta si alguien los ayudara. Pero
también puede darse que obtengan buenas calificaciones, no porque les guste la escuela,
sino para que sus padres y sus maestros no los obliguen a abandonar el juguete
favorito que llevan escondido en el corazón. También es cierto el drama de los que tienen
que sentarse en el piano durante los recreos, sin aptitudes ni vocación, sólo por
imposición de sus padres. Un buen maestro de música, escandalizado con la impiedad del
método, dijo que el piano hay que tenerlo en la casa, pero no para que los niños lo
estudien a la fuerza, sino para que jueguen con él. Los padres quisiéramos siempre que nuestros hijos fueran mejores que nosotros,
aunque no siempre sabemos cómo. Ni los hijos de familias de artistas están a salvo de
esa incertidumbre. En unos casos, porque los padres quieren que sean artistas como
ellos, y los niños tienen una vocación distinta. En otros, porque a los padres les fue
mal en las artes, y quieren preservar de una suerte igual aun a los hijos cuya vocación
indudable son las artes. No es menor el riesgo de los niños de familias ajenas a las
artes, cuyos padres quisieran empezar una estirpe que sea lo que ellos no pudieron. En el
extremo opuesto no faltan los niños contrariados que aprenden el instrumento a
escondidas, y cuando los padres los descubren ya son estrellas de una orquesta de
autodidactas. Maestros y alumnos concuerdan contra los métodos académicos, pero no tienen un criterio común sobre cual puede ser mejor. La mayoría rechazaron los métodos
vigentes, por su carácter rígido y su escasa atención a la creatividad, y prefieren ser
empíricos e independientes. Otros consideran que su destino no dependió tanto de lo que aprendieron en la escuela como de la astucia y la tozudez con que burlaron los obstáculos de padres y maestros. En general, la lucha por la supervivencia y la
falta de estímulos han forzado a la mayoría a hacerse solos y a la brava. Los criterios sobre la disciplina son divergentes. Unos no admiten sino la
completa libertad, y otros tratan incluso de sacralizar el empirismo absoluto. Quienes
hablan de la no disciplina reconocen su utilidad, pero piensan que nace espontánea como
fruto de una necesidad interna, y por tanto no hay que forzarla. Otros echan de menos la formación humanística y los fundamentos teóricos de su arte. Otros dicen que
sobra la teoría. La mayoría, al cabo de años de esfuerzos, se sublevan contra el
desprestigio y las penurias de los artistas en una sociedad que niega el caracter profesional de
las artes. No obstante, las voces más duras de la encuesta fueron contra la escuela, como
un espacio donde la pobreza de espíritu corta las alas, y es un escollo para
aprender cualquier cosa. Y en especial para las artes. Piensan que ha habido un
despilfarro de talentos por la repetición infinita y sin alteraciones de los dogmas
académicos, mientras que los mejor dotados sólo pudieron ser grandes y creadores cuando no tuvieron
que volver a las aulas. "Se educa de espaldas al arte", han dicho al
unísono maestros y alumnos. A estos les complace sentir que se hicieron solos. Los maestros lo
resienten, pero admiten que también ellos lo dirían. Tal vez lo más justo sea decir que
todos tienen razón. Pues tanto los maestros como los alumnos, y en última instancia la
sociedad entera, son víctimas de un sistema de enseñanza que está muy lejos de la
realidad del país. De modo que antes de pensar en la enseñanza artística, hay que definir lo más
pronto posible una política cultural que no hemos tenido nunca. Que obedezca a una concepción moderna de lo que es la cultura, para qué sirve, cuanto cuesta, para
quién es, y que se tome en cuenta que la educación artística no es un fin en sí misma,
sino un medio para la preservación y fomento de las culturas regionales, cuya
circulación natural es de la periferia hacia el centro y de abajo hacia arriba. No es lo mismo la enseñanza artística que la educación artística. Esta es una
función social, y así como se enseñan las matematicas o las ciencias, debe enseñarse
desde la escuela primaria el aprecio y el goce de las artes y las letras. La enseñanza
artística, en cambio, es una carrera especializada para estudiantes con aptitudes y
vocacionesespecíficas, cuyo objetivo es formar artistas y maestros como profesionales del
arte. No hay que esperar a que las vocaciones lleguen: Hay que salir a buscarlas.
Están en todas partes, más puras cuanto más olvidadas. Son ellas las que sustentan la
vida eterna de la música callejera, la pintura primitiva de brocha y sapolín en los
palacios municipales, la poesma en carne viva de las cantinas, el torrente incontenible
de la cultura popular que es el padre y la madre de todas las artes. ¿Con qué se comen las letras? Los colombianos, desde siempre, nos hemos visto como un país de letrados. Tal
vez a eso se deba que los programas del bachillerato hagan más énfasis en la
literatura que en las otras artes. Pero aparte de la memorización cronológica de autores y de
obras, a los alumnos no les cultivan el hábito de la lectura, sino que los obligan a leer y
a hacer sinopsis escritas de los libros programados. Por todas partes me encuentro con profesionales escaldados por los libros que les obligaron a leer en el colegio
con el mismo placer con que se tomaban el aceite de ricino. Para las sinopsis, por
desgracia, no tuvieron problemas, porque en los periódicos encontraron anuncios como este:
"Cambio sinopsis de El Quijote por sinopsis de <st1:personname productid="La Odisea" w:st="on">La Odisea</st1:personname> ". Así es: en Colombia hay un mercado tan próspero y un tráfico tan intenso de resúmenes fotostáticos, que los
escritores armamos mejor negocio no escribiendo los libros originales sino escribiendo de
una vez las sinopsis para bachilleres. Es este método de enseñanza, y no tanto la televisión y los malos libros, lo que está acabando con el hábito de lectura. Estoy de acuerdo en que un buen curso de literatura sólo puede ser una gema para lectores. Pero es
imposible que los niños lean una novela, escriban la sinopsis y preparen una exposición
reflexiva para el martes siguiente. Sería ideal que un niño dedicara parte de su fin de semana
a leer un libro hasta donde pueda y hasta donde le guste que es la única condición para leer un libropero es criminal, para él mismo y para el libro, que lo lea a la fuerza en sus horas de juego y con la angustia de las otras tareas. Haría falta como falta todavía para todas las artesuna franja especial en el bachillerato con clases de literatura que sólo pretendan ser gumas inteligentes de lectura y
reflexión para formar buenos lectores. Porque formar escritores es otro cantar. Nadie
enseña a escribir, salvo los buenos libros, leídos con la aptitud y la vocación alertas.
La experiencia de trabajo es lo poco que un escritor consagrado puede transmitir a
los aprendices si éstos tienen todavía un mínimo de humildad para creer que alguien
puede saber más que ellos. Para eso no haría falta una universidad, sino talleres
prácticos y participativos, donde escritores artesanos discutan con los alumnos la
carpintería del oficio: cómo se les ocurrieron sus argumentos, cómo imaginaron sus personajes,
cómo resolvieron sus problemas técnicos de estructura, de estilo, de tono, que es lo
único concreto que a veces puede sacarse en limpio del gran misterio de la creación.
El mismo sistema de talleres está ya probado para algunos géneros del periodismo, el
cine y la televisión, y en particular para reportajes y guiones. Y sin examenes ni
diplomas ni nada. Que la vida decida quién sirve y quién no sirve, como de todos modos
ocurre. Lo que debe plantearse para Colombia, sin embargo, no es sólo un cambio de
forma y de fondo en las escuelas de arte, sino que la educación artística se imparta
dentro de un sistema autónomo, que dependa de un organismo propio de la cultura y no del ministerio de la educación. Que no esté centralizado, sino al contrario, que
sea el coordinador del desarrollo cultural desde las distintas regiones del país, pues
cada una de ellas tiene su personalidad cultural, su historia, sus tradiciones, su
lenguaje, sus expresiones artísticas propias. Que empiece por educarnos a padres y maestros
en la apreciación precoz de las inclinaciones de los niños, y los prepare para una
escuela que preserve su curiosidad y su creatividad naturales. Todo esto, desde luego, sin
muchasilusiones. De todos modos, por arte de las artes, los que han de ser ya lo son.
Aun si no <br /><div class="MsoNormal">
lo sabrán nunca.</div>Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-68753638571909319982011-12-03T02:47:00.001-08:002011-12-03T03:01:12.314-08:00Frases de Gabo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<b> </b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQbL5WxSZln6DRpMTaUGdnXLXJC-mDGKwnEiPRNJI67-5cq7RDQTM62QyIvo7pal9TGDpf0ziHxGZnbLxgSxxF2pn_2SNTXT9NE6oo6If8G6Jik6JgNnmuClZKSknX9RgbySNBizTTlW_l/s1600/a02a1cul-1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="222" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQbL5WxSZln6DRpMTaUGdnXLXJC-mDGKwnEiPRNJI67-5cq7RDQTM62QyIvo7pal9TGDpf0ziHxGZnbLxgSxxF2pn_2SNTXT9NE6oo6If8G6Jik6JgNnmuClZKSknX9RgbySNBizTTlW_l/s320/a02a1cul-1.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
"La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener"<br />
"La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada" <br />
"Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía"<br />"Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al señor para poder ser el guardián de tu alma"<br />"Si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol"<br />"He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempr"<br />"Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos"<br />"La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido"<br />"En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres y en las cuales se orientan mejor con menos luces"<br />"No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad"<br />"El amor es tan importante como la comida. Pero no alimenta"<br />"Me desconcierta tanto pensar que dios existe, como que no existe"<br />"Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré"<br />"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla"<br />"El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno"<br />"El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad"<br />"Dale valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan"<br />"Te quiero no por quien eres, sino por quien soy cuando estoy contigo"<br />
"El amor se hace más grande y noble en la calamidad"<br /> "No tenemos otro mundo al que podernos mudar"<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-78865960260873251672011-12-02T03:50:00.001-08:002011-12-02T03:56:04.054-08:00El fragmento del viernes<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCXGNvVQtKuaoYyQ6DVdenfAVc4O4aS6tobwBW1rlLs8AT0DAr1qdMcG-CTR_XAwkP4dicEHBRff67Hj4gYMHSwmU3clrRPXHlR7IynUAyI6YpCgx5yT7TjGTRq9kdl-8BY69KFyASp_rr/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCXGNvVQtKuaoYyQ6DVdenfAVc4O4aS6tobwBW1rlLs8AT0DAr1qdMcG-CTR_XAwkP4dicEHBRff67Hj4gYMHSwmU3clrRPXHlR7IynUAyI6YpCgx5yT7TjGTRq9kdl-8BY69KFyASp_rr/s1600/images.jpg" /></a></div>
<br />
<b>Cien años de soledad</b><br />
<br />
El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos. Tuvo diecisiete hijos varones de diecisiete mujeres distintas, que fueron exterminados uno tras otro en una sola noche, antes de que el mayor cumpliera treinta y cinco años. Escapó a catorce atentados, a setenta y tres emboscadas y a un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió a una carga de estricnina en el café que habría bastado para matar un caballo. Rechazó la Orden del Mérito que le otorgó el presidente de la república. Llegó a ser comandante general de las fuerzas revolucionarias, con jurisdicción y mando de una frontera a la otra, y el hombre más temido por el gobierno, pero nunca permitió que le tomaran una fotografía. Declinó la pensión vitalicia que le ofrecieron después de la guerra y vivió hasta la vejez de los pescaditos de oro que fabricaba en su taller de Macondo. Aunque peleó siempre al frente de sus hombres, la única herida que recibió se la produjo él mismo después de firmar la capitulación de Neerlandia que puso término a casi veinte años de guerras civiles. Se disparó un tiro de pistola en el pecho y el proyectil le salió por la espalda sin lastimar ningún centro vital. Lo único que quedó de todo eso fue una calle con su nombre en Macondo. Sin embargo, según declaró pocos años antes de morir de viejo, ni siquiera eso esperaba la madrugada en que se fue con sus veintiún hombres a reunirse con las fuerzas del general Victorio Medina. <br />
<br />
<br />
<br />
<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-66659179760161519342011-12-02T03:24:00.001-08:002011-12-02T03:27:35.111-08:00Discurso de Gabo en el IV Congreso Internacional de la Lengua española 2007<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3f-Gbj9QcbKONs6v7fZkoFRCNd3aSWBWNrtzODwJkj6OOBcdDNsjO8mQ_kdzPQHKe7BXUsjdh56gFZ6D5OyeHepdCZNoFipeXCPr9FIaxQwuAKrx7rWj3p_QsexfxhcjCdV0w8JKmBHr2/s1600/el-escritor-colombiano-y-premio-nobel-de-literatura-gabriel-garcia-marquez-saluda-hoy-al-publico-durante-la-ceremonia-de-in%2524599x0.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3f-Gbj9QcbKONs6v7fZkoFRCNd3aSWBWNrtzODwJkj6OOBcdDNsjO8mQ_kdzPQHKe7BXUsjdh56gFZ6D5OyeHepdCZNoFipeXCPr9FIaxQwuAKrx7rWj3p_QsexfxhcjCdV0w8JKmBHr2/s320/el-escritor-colombiano-y-premio-nobel-de-literatura-gabriel-garcia-marquez-saluda-hoy-al-publico-durante-la-ceremonia-de-in%2524599x0.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
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"Ni en el más delirante de mis sueños en los días en que escribía "Cien Años de Soledad", llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto, con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal, parecería a todas luces una locura. Hoy las academias de la lengua lo hacen con un gesto hacia una novela que ha pasado ante los ojos de cincuenta veces un millón de lectores, y hacia un artesano, insomne como yo, que no sale de su sorpresa por todo lo que le ha sucedido.<br />
<a name='more'></a>Pero no se trata ni puede tratarse de un reconocimiento a un escritor. Este milagro es la demostración irrefutable de que hay una cantidad enorme de personas dispuestas a leer historias en lengua castellana, y por lo tanto un millón de ejemplares de "Cien Años de Soledad" no son un millón de homenajes al escritor que hoy recibe, sonrojado, el primer libro de este tiraje descomunal. Es la demostración de que hay millones de lectores de textos en lengua castellana esperando, hambrientos, de este alimento.<br />No sé a qué horas sucedió todo. Sólo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy, no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado, para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente.<br />En mi rutina de escribir, nada he cambiado desde entonces. Nunca he visto nada distinto que mis dos dedos índices golpeando, una a una y a un buen ritmo, las 28 letras del alfabeto inmodificado que he tenido ante mis ojos durante estos setenta y pico de años.<br />Hoy me tocó levantar la cabeza para asistir a este homenaje, que agradezco, y no puedo hacer otra cosa que detenerme a pensar qué es lo que me ha sucedido. Lo que veo es que el lector inexistente de mi página en blanco, es hoy una descomunal muchedumbre, hambrienta de lectura, de textos en lengua castellana.<br />Los lectores de "Cien Años de Soledad" son hoy una comunidad que si viviera en un mismo pedazo de tierra, sería uno de los veinte países más poblados del mundo. No se trata de una afirmación jactanciosa. Al contrario, quiero apenas mostrar que ahí está una gigantesca cantidad de personas que han demostrado con su hábito de lectura que tienen un alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano.<br />El desafío es para todos los escritores, todos los poetas, narradores y educadores de nuestra lengua, para alimentar esa sed y multiplicar esta muchedumbre, verdadera razón de ser de nuestro oficio y, por supuesto, de nosotros mismos.<br />A mis 38 años y ya con cuatro libros publicados desde mis 20 años, me senté ante la máquina de escribir y empecé: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".<br />No tenía la menor idea del significado ni el origen de esa frase ni hacia dónde debía conducirme. Lo que hoy sé es que no dejé de escribir ni un solo día durante 18 meses hasta que terminé el libro. Parecerá mentira, pero uno de mis problemas más apremiantes era el papel para la máquina de escribir. Tenía la mala educación de creer que los errores de mecanografía, de lenguaje o de gramática eran en realidad errores de creación y cada vez que los detectaba rompía la hoja y la tiraba al canasto de la basura para empezar de nuevo. Con el ritmo que había adquirido en un año de práctica, calculé que me costaría unos seis meses de mañana diarias para terminar.<br />Esperanza Araiza, la inolvidable Pera, era una mecanógrafa de poetas y cineastas que había pasado en limpio grandes obras de escritores mexicanos, entre ellos "La región más transparente" de Carlos Fuentes; "Pedro Páramo" de Juan Rulfo, y varios guiones originales de don Luis Buñuel. Cuando le propuse que me sacara en limpio la versión final, la novela era un borrador acribillado de remiendos, primero en tinta negra y después en tinta roja, para evitar confusiones. Pero eso no era nada para una mujer acostumbrada a todo en una jaula de locos. Pocos años después Pera me confesó que, cuando llevaba a su casa la última versión corregida por mí, resbaló al bajarse del autobús con un aguacero diluvial y las cuartillas quedaron flotando en el cenagal de la calle. Las recogió empapadas y casi ilegibles con ayuda de otros pasajeros y las secó en su casa, hoja por hoja, con una plancha de ropa.<br />Lo que podría ser motivo de otro libro mejor, es cómo sobrevivimos Mercedes y yo, con nuestros dos hijos, durante ese tiempo en que no gané ningún centavo por ninguna parte. Ni siquiera sé cómo hizo Mercedes durante esos meses para que no faltara ni un día la comida en la casa. Habíamos resistido a la tentación de los préstamos con interés hasta que nos amarramos el corazón y emprendimos nuestras primeras incursiones al Monte de Piedad. Después de los alivios efímeros con ciertas cosas menudas, hubo que apelar a las joyas que Mercedes había recibido de sus familiares a través de los años. El experto las examinó con un rigor de cirujano, pasó y revisó con su ojo mágico los diamantes de los aretes, las esmeraldas del collar, los rubíes de las sortijas y al final nos los devolvió con una larga verónica de novillero: "Todo esto es puro vidrio".<br />En los momentos de dificultades mayores, Mercedes hizo sus cuentas astrales y le dijo a su paciente casero sin el mínimo temblor en la voz: "Podemos pagarle todo junto dentro de seis meses". "Perdone, señora -le contestó el propietario-, ¿se da cuenta de que entonces será una suma enorme? "Me doy cuenta -dijo Mercedes impasible-, pero entonces lo tendremos todo resuelto. "Esté tranquilo". El buen licenciado, que era un alto funcionario del Estado y uno de los hombres más elegantes y pacientes que habíamos conocido, tampoco le tembló la voz para contestar: "Muy bien, señora, con su palabra me basta", y sacó sus cuentas mortales: "La espero el 7 de setiembre (sic)".<br />Por fin, a principios de agosto de 1966, Mercedes y yo fuimos a la oficina de correos de la ciudad de México para enviar a Buenos Aires la versión terminada de "Cien años de soledad", un paquete de 590 cuartillas escritas a máquina a doble espacio y en papel ordinario y dirigidas a Francisco Porrúa, director literario de la Editorial Sudamericana. El empleado del correo puso el paquete en la balanza, hizo sus cálculos mentales y dijo: "Son 82 pesos". Mercedes contó los boletos y las monedas sueltas que le quedaban en la cartera y se enfrentó a la realidad: Sólo tenemos 53. Abrimos el paquete, lo dividimos en dos partes iguales y mandamos una a Buenos Aires, sin preguntar siquiera cómo íbamos a conseguir el dinero para mandar el resto. Sólo después caímos en la cuenta de que no habíamos mandado la primera sino la última parte. Pero antes de que consiguiéramos el dinero para mandarla, ya Paco Porrúa, nuestro hombre en la Editorial Sudamericana, ansioso de leer la primera mitad del libro, nos anticipó dinero para que pudiéramos enviarlo. Fue así como volvimos a nacer en nuestra vida de hoy.Muchas gracias. <br /><br />
<br />
<br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-76793392410284536522011-11-30T04:15:00.001-08:002011-11-30T04:23:22.934-08:00LA SOLEDAD DE AMERICA LATINA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKBC1pM-MEBUV0pwJAyJLql9DlWwDu9VEhhGWcTafzkxLJ0I7gestsQPv43V61t8d-HuTfvmueq4lN7gJEZesFLVW2qIGpcRCNGkUQiW9hzMS68yCn7rlJILm2J_RqQZ5P_-WQxMs5NguC/s1600/nobel+premip.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKBC1pM-MEBUV0pwJAyJLql9DlWwDu9VEhhGWcTafzkxLJ0I7gestsQPv43V61t8d-HuTfvmueq4lN7gJEZesFLVW2qIGpcRCNGkUQiW9hzMS68yCn7rlJILm2J_RqQZ5P_-WQxMs5NguC/s320/nobel+premip.jpg" width="312" /></a></div>
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<u><b>[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 -Texto completo] </b></u><br />
<br />
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. <a name='more'></a> Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen. Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro. La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas. Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años. De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega. Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad. Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes. No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo. América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental. No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad. Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios. Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra. Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido. Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos. En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias. <br /><br />Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-31717904095166305332011-11-30T03:32:00.001-08:002011-11-30T03:39:05.908-08:00El fragmento del miércoles<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6JozdwKUxGX28tEDnHITka7oEvy9r8yeIJIb-FkTnnrFylQo_jjJ1GM-TiKrmuslEQ66KS0U-9ibT-JbegIJxCgjMP6qnpUeZGi8GntiiUgSTJA5Sfk6iLgbGVtlNl4il4OV9PNb9VmY2/s1600/white1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="196" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6JozdwKUxGX28tEDnHITka7oEvy9r8yeIJIb-FkTnnrFylQo_jjJ1GM-TiKrmuslEQ66KS0U-9ibT-JbegIJxCgjMP6qnpUeZGi8GntiiUgSTJA5Sfk6iLgbGVtlNl4il4OV9PNb9VmY2/s200/white1.jpg" width="200" /></a><b><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: Trebuchet MS,Tahoma,Arial;"><span style="font-size: small;"><span style="color: #d98719;">El RASTRO DE TU SANGRE EN LA VIENE.</span></span></span></span></b><br />
<span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: Trebuchet MS,Tahoma,Arial;"><span style="font-size: small;"><span style="color: #d98719;"><br /></span></span></span></span><br />
<span style="font-size: small;"><span style="font-family: Trebuchet MS,Tahoma,Arial;">Nena Daconte era casi una niña, con unos ojos de pájaro feliz y una piel de melaza que todavía irradiaba la resolana del Caribe en el lúgubre anochecer de enero, y estaba arropada hasta el cuello con un abrigo de nucas de visón que no podía comprarse con el sueldo de un año de toda la guarnición fronteriza. Billy Sánchez de Avila, su marido, que conducía el coche, era un año menor que ella y casi tan bello y llevaba una chaqueta de cuadros escoceses y una gorra de pelotero. Al contrario de su esposa, era alto y atlético y tenía las mandíbulas de hierro de los matones tímidos. Pero lo que revelaba mejor la condición de ambos era el automóvil platinado, cuyo interior exhalaba un aliento de bestia viva, como no se había visto otro por aquella frontera de pobres. Los asientos posteriores iban atiborrados de maletas demasiado nuevas y muchas cajas de regalos todavía sin abrir. Ahí estaba, además el saxofón tenor que había sido la pasión dominante en la vida de Nena Daconte antes de que sucumbiera al amor contrariado de su tierno pandillero de balneario.<br />(...)</span></span><br />
<span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: Trebuchet MS,Tahoma,Arial;"><span style="font-size: small;">
</span></span></span>Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-51603401006786033202011-11-29T02:57:00.001-08:002011-11-29T02:59:56.732-08:00Homenaje a la obra de Gabriel García Márquez en el Reino Unido<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE1aSrkH5tDeizizOHkS6rXEw2rEM7pzVhsYHfTfxcm2FKrE1NtsxnBP23r9-N2S6fgisDInofg4fBW8KP_loCMqtKHkdJXkgq7X6cwhAqyEWLk52Wmpzg1b-jVLLF3OseeQCIvNutfP95/s1600/Love-in-the-Time-of-Cholera-by-Gabriel-Garcia-Marquez-Book-Cover.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE1aSrkH5tDeizizOHkS6rXEw2rEM7pzVhsYHfTfxcm2FKrE1NtsxnBP23r9-N2S6fgisDInofg4fBW8KP_loCMqtKHkdJXkgq7X6cwhAqyEWLk52Wmpzg1b-jVLLF3OseeQCIvNutfP95/s320/Love-in-the-Time-of-Cholera-by-Gabriel-Garcia-Marquez-Book-Cover.jpg" width="205" /></a></div>
<h2 style="margin-top: 0px;">
El reconocimiento hace parte de la celebración de la Noche Mundial del Libro.</h2>
<span class="textoNormal">Un
grupo de 20 mil voluntarios repartieron este sábado un millón de libros
en el Reino Unido, cuya impresión corrió por cuenta de empresas
privadas.</span><br />
<span class="textoNormal">Ese millón de libros incluía 25 títulos de
grandes obras de la literatura Universal entre los que figura El amor en
los tiempos del cólera, del Nobel colombiano Gabriel García Márquez. De
cada obra se imprimieron 40 mil copias que fueron obsequiadas con la
condición de que quien reciba un libro lo lea y se lo pase a otra
persona. </span><br />
<a name='more'></a><br />
<span class="textoNormal">En la edición del libro de Gabo, que hoy
domingo celebra su cumpleaños número 83, aparecen impresos también
varios elogios: "Una maravillosa celebración del amor", de The Times":
"Muy pocos han escrito tan apasionadamente sobre el amor", de The
Independent, o "Lo más cercano al placer sensual que la prosa puede
ofrecer", del Daily Telegraph, y un rotundo comentario del ex presidente
estadounidense Bill Clinton: "García Márquez es es el escritor de
ficción más importante del mundo".</span>
<span class="textoNormal">La Noche Mundial del Libro contó, en el
escenario londinense de Trafalgar Square, con la presencia de autores
que leyeron fragmentos de sus obras.</span><br />
<br />
<span class="textoNormal">Fuente: El tiempo </span>Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-92193273639107802812011-11-29T02:53:00.001-08:002011-11-29T02:55:39.919-08:00Gabo le gana un pleito a quien dice ser el verdadero Bayardo San Román<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiqGSujmteLOZ4hyzZ2F7FmbOb4M3mN4ulr-8pouQuMMFF0iE097S-ehLdB64U5tWtAPeg5HuZaDy4AAboTPKSVy-5KozrP4JClCOT5i9FmrNrXatTV1Kf42ZzR7jULf9SszBMUZRTUDTq/s1600/2638894-L.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiqGSujmteLOZ4hyzZ2F7FmbOb4M3mN4ulr-8pouQuMMFF0iE097S-ehLdB64U5tWtAPeg5HuZaDy4AAboTPKSVy-5KozrP4JClCOT5i9FmrNrXatTV1Kf42ZzR7jULf9SszBMUZRTUDTq/s320/2638894-L.jpg" width="216" /></a></div>
<h2 style="margin-top: 0px;">
<span>Miguel Reyes reclama que el personaje de 'Crónica de una muerte anunciada' se basó en él.
</span></h2>
En un hito de protección a la
creación intelectual, un tribunal le dio la razón al escritor: una vida
no es de quien la vive sino de quien la recrea.<br />
Muchas han sido las batallas que los escritores han librado por la
defensa de sus personajes a lo largo de la historia de la literatura,
como la de una mujer de la sociedad francesa del siglo XIX que intentó
inculpar a Gustave Flaubert de haberse inspirado en su caso para dar
vida a Emma, la protagonista de su novela Madame Bovary, y que, tiempo
después, el propio Flaubert contradijo en una carta a su amiga Louise
Collet: "Madame Bovary soy yo".<br />
<a name='more'></a>Esta lucha suma un nuevo triunfo con la sentencia del <strong>Tribunal
Superior de Barranquilla, fruto de un recurso de apelación en el que se
le vuelve a dar la razón al Premio Nobel Gabriel García Márquez</strong>,
en el sentido en que los personajes de Crónica de una muerte anunciada
son una creación de su imaginación y no violan la intimidad de
personajes de la realidad.<br /><br />"Y es que cientos de obras literarias,
artísticas y cinematográficas han tenido como historia central hechos
de la vida real, siendo adaptados a la perspectiva de su creador, sin
que esto sea óbice para reclamar derechos económicos sobre las mismas",
se lee en un aparte de la sentencia.<br /><br />La decisión judicial es
respuesta a Miguel Reyes Palencia, quien demandó a Gabo y a su hermano
Eligio (fallecido) para que le pagaran "el equivalente al 50 por ciento
de las utilidades literarias y cinematográficas de que se hayan
beneficiado por la publicación de sus obras Crónica de una muerte
anunciada (de Gabo) y La tercera muerte de Santiago Nassar (de Eligio),
cuya historia se basa en la vida íntima del demandante".<br /><br />Según Alfonso Gómez Méndez, abogado de García Márquez, en este caso ocurrieron dos cosas: "<strong>Una
es que el objeto del arte no es el hecho de la vida real sino la forma
como se presenta. El hecho de la vida real había ocurrido y está en un
expediente de 1951, que Gabo seguramente consultó, que además ya era
público, porque había sido un proceso por homicidio contra los hermanos
de la deshonrada</strong>. Eso lo habría podido consultar cualquier
persona. Y, en el caso de la privacidad, que fue adicional, se demostró
que quien había violado la privacidad era el mismo Reyes Palencia, que
fue quien se puso en evidencia y contó que era Bayardo San Román y todo
lo que había pasado".<br /><br />De acuerdo con la sentencia, fue el mismo
Reyes Palencia quien reveló su identidad en una entrevista que le dio al
entonces Magazín al día, del que, además, recibió la suma de 10.000
pesos de la época por su publicación.<br /><br />La historia del proceso
judicial es apasionante, como lo advierten la sentencia y el propio
Gómez Méndez. E igual de interesantes resultan las tesis sobre la
defensa del acto creador en la literatura, que se convierte, según el
jurista, en "un hito, porque queda claro que esta es una protección a la
creación intelectual".<br /><br />"<strong>Esta sentencia es importante,
porque vuelve a realzar esa tesis central, que es válida para la
literatura y para el arte en general, de que lo importante es la forma
como se presenta un objeto de la realidad, y no la realidad en sí</strong>.
Es como si una mujer que posa para un pintor exigiera luego la mitad de
los derechos de autor. Ella es propietaria de su cuerpo, pero la obra
-como tal- es del pintor. Sería el caso de La maja desnuda, ahora que
hay tantas majas <br />desnudas", anota el jurista.<br /><br />Para ello,
tanto Gómez y los magistrados del tribunal como el propio García Márquez
explican con gran detalle la manera como opera el acto creador del ser
humano, que, en ningún momento, busca violar la intimidad de nadie y que
hace parte del eterno debate entre la ficción y la realidad, que tantas
horas de estudio y debate ha ocupado en las facultades universitarias
de Literatura.<br />Un encuentro jurídico similar había ganado ya el
Premio Nobel colombiano hace algunos años, con su libro Relato de un
náufrago, en el que Gabo también demostró que, si bien el marino Luis
Alejandro Velasco -quien en su momento sostenía ser coautor de la obra-
le había contado, en un café, la historia de su vida, no había tenido
ninguna relación en la estructuración ni con la forma como se escribió
el libro.<br /><br />"Yo parto de una prueba técnica, que fue presentar una
cantidad de cartas y escritos de Velasco y compararlas con el libro, con
unos peritos, entre los que estaban Daniel Samper Pizano y Juan
Gossaín, que dijeran si quien escribía esas cartas habría podido
escribir siquiera diez líneas de Relato de un náufrago", anota Gómez.<br /><br />Sobre el caso de Crónica de una muerte anunciada, la sentencia agrega: "<strong>El
señor Miguel Reyes Palencia nunca hubiera podido contar la historia de
la forma en que lo hizo el escritor Gabriel García Márquez, no hubiera
podido utilizar el lenguaje literario que en efecto se utilizó. La obra
está marcada de originalidad</strong>".<br /><br />En ese sentido, anota uno
de los especialistas en Gabo, el editor colombiano Conrado Zuluaga, "la
sentencia es muy valiosa, porque confirma algo que la mayoría de la
gente desconoce, y es que la creación artística en la pintura, en la
escultura, pero de forma muy particular en la literatura, no es una
transposición mecánica de la realidad, sino que es una recreación de la
realidad. Si fuera una transposición mecánica, uno se paraba en la
esquina y vería pasar la novela".<br /><br /><span class="intertitulo">El arte de novelar</span><br />El
autor de Cien años de soledad, en su defensa, el Nobel de literatura
explicó cómo maduran las historias en su mente de escritor:<br /><br />"(...)
Me interesó mucho el caso y, sin moverme de Barranquilla, tuve toda la
información de cómo había sucedido. Eso fue en 1951 y el libro se
escribió en 1981, treinta años después. Durante esos treinta años, la
memoria de los hechos estaba, prácticamente, incorporada en la memoria
colectiva del pueblo. Ya la había contado al derecho y al revés y me
llamaba mucho la atención cómo, con el transcurso del tiempo, la
fantasía popular y la mala memoria le quitaban y le agregaban, hasta el
punto de que cada persona que la contaba, inconscientemente, estaba ya
sometiendo su relato a un proceso de transformación literaria. Ya lo
único que quedaba del hecho era el mecanismo central. Es decir: un
hombre se casó con una mujer, la que devolvió a sus padres la misma
noche de bodas porque no era virgen y que ella declaró a su familia <br />(...). <strong>Durante
todo ese tiempo, la historia se fue enriqueciendo dentro de mí y,
cuando decidí escribirla, yo mismo era consciente de que esa historia de
dominio público yo no la había tomado de mi experiencia personal,
puesto que no fui testigo de los hechos, sino del torrente de la memoria
popular</strong>. Sin embargo, tomé todas las precauciones para que los protagonistas no fueran identificados".<br /><br />En
otro de los apartes de su declaración, Gabo agrega: "Puedo demostrar
que, salvo el simple mecanismo del drama, todo el contexto es totalmente
falso, inventado por mí. La identidad de los personajes es falsa. Los
caracteres de los personajes son falsos, salvo los de mi familia, que yo
quise que fueran auténticos, y todos los episodios que estaban
alrededor del drama mismo obedecen a una técnica primordial del arte de
novelar, que es tomar de la vida real solamente los elementos que a uno
le interesan desde el punto de vista dramático y humano y volver a
armarlos en el libro como a uno le parece que será mejor para hacerles
la vida más amable a los lectores (...)".Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-18824685191177437822011-11-28T04:19:00.001-08:002011-11-28T04:22:25.034-08:00El fragmento del lunes<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_ycvN5PleMLU-Mp8RTvCcXvRzubf5mvW3oCC7jvYXYXFCxYxpL06fAmLFbcFRRfajw3J6nFCwzdABP8cFuu3mgkO6K883TtEEX18kcH1RTDYPVhSuLk5f9R3ZL_99jzgkSibQf_NO45Q8/s1600/colera2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_ycvN5PleMLU-Mp8RTvCcXvRzubf5mvW3oCC7jvYXYXFCxYxpL06fAmLFbcFRRfajw3J6nFCwzdABP8cFuu3mgkO6K883TtEEX18kcH1RTDYPVhSuLk5f9R3ZL_99jzgkSibQf_NO45Q8/s1600/colera2.jpg" /></a></div>
<h3 class="post-title entry-title">
</h3>
<h3 class="post-title entry-title">
El amor en los tiempos del cólera </h3>
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</div>
" Terminaron por conocerse tanto, que antes de los treinta años de
casados eran como un mismo ser dividido, y se sentían incómodos por la
frecuencia con la que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo, o
por el accidente ridículo de que el uno se anticipara en público a lo
que el otro iba a decir. Habían sorteado juntos las incomprensiones
cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías reciprocas y los
fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad conyugal. Fue la época
en que se amaron mejor, sin prisa y sin excesos, y ambos fueron mas
conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra la
adversidad. La vida había de depararles todavía otras pruebas mortales,
por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla. "Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-69985939196344710552011-11-27T12:00:00.000-08:002011-11-27T12:00:49.748-08:00Herta Müller dice no entender lealtad de García Márquez a Fidel Castro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZWm8dPpzfLaFaBuSHc4mUr1v1XkwMLta-UZfkpi8F4NMYGtpey1-ZkmVbkUmPsSuavjnBntLss5GG3Fwyww-kAzxPOjhTvmkH-TRuJQrJMJMtFa6ZPExnuPX16vg6-ZHMimcyRcgqAmYz/s1600/%25C3%25ADndice.jpeg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZWm8dPpzfLaFaBuSHc4mUr1v1XkwMLta-UZfkpi8F4NMYGtpey1-ZkmVbkUmPsSuavjnBntLss5GG3Fwyww-kAzxPOjhTvmkH-TRuJQrJMJMtFa6ZPExnuPX16vg6-ZHMimcyRcgqAmYz/s1600/%25C3%25ADndice.jpeg" /></a></div><br />
<strong>La escritora rumano-alemana Herta Müller,</strong> premio Nobel de literatura 2009, dijo que<strong> no entiende los "deseos comunistas" de escritores latinoamericanos como el colombiano Gabriel García Márquez, quien apoya a Fidel Castro en Cuba,</strong> según una entrevista publicada el domingo en México por la revista Proceso.<br />
<a name='more'></a>"García Márquez es otro caso que yo no comprendo. Como hombre político no lo comprendo.<strong> Esa lealtad a Fidel Castro, pase lo que pase en Cuba. Es una lástima",</strong> dijo la escritora antes de viajar a México a participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, dedicada este año a Alemania.<br />
La artista señaló, en una entrevista ofrecida a la revista Proceso en Berlín, que 'Cien años de soledad' y 'El otoño del patriarca', obras de García Márquez, premio Nobel de literatura 1982, <strong>han sido libros importantes para ella porque el lenguaje del realismo mágico, "pleno de imágenes", es parte de la cultura de los rumanos.</strong><br />
La artista recordó que en un viaje a varios países latinoamericanos, realizado hace varios años, <strong>tuvo fuertes discusiones con escritores que se definían como personas de izquierda.</strong><br />
<strong>"Tenían realmente deseos comunistas. Eso no lo entendía.</strong> Y dije solamente que esa no era alternativa. Es el mismo par de zapatos. Uno es el izquierdo y otro es el derecho", añadió.<br />
<strong>La escritora fue perseguida y censurada en Rumania bajo el régimen del dictador comunista, Nicolae Ceaucescu.</strong> Müller decidió marcharse a Alemania, donde estableció su residencia.<br />
<br />
Fuente: Notimega.comEzequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-71561303039519723812011-11-27T11:48:00.000-08:002011-11-27T11:48:48.053-08:00El refugio de Garcia Marquez en Barranquilla<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><a name='more'></a><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/QyngcDyA1Pk?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe><br />
<br />
El bar "La cueva"Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6917015765166158567.post-26453940919317473802011-11-27T11:37:00.000-08:002011-11-27T11:37:22.681-08:00Festival de Cine de La Habana homenajeará a García Márquez<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7jH3lGO6WgR8ZVVRuGRxDyJNxFDQIYKmlJPQCBDprBDpy68Dq7n_hCpjcvkKaN2236-mtXPFQc864iNAAUKhX7RNv1TwDenXR7zqZZ-jNj2zOj6BJTGqGUxErP3WgtAyn5DinNqWX7Mo8/s1600/cartelcinecuba.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7jH3lGO6WgR8ZVVRuGRxDyJNxFDQIYKmlJPQCBDprBDpy68Dq7n_hCpjcvkKaN2236-mtXPFQc864iNAAUKhX7RNv1TwDenXR7zqZZ-jNj2zOj6BJTGqGUxErP3WgtAyn5DinNqWX7Mo8/s200/cartelcinecuba.jpg" width="143" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span mce_style="font-size: small;" style="font-size: x-small;"><span mce_style="font-family: verdana, geneva;" style="font-family: verdana,geneva;">Con 6 filmes inspirados en obras del Nobel, el Festival de Cine realizará una retrospectiva en homenaje al escritor colombiano.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span mce_style="font-size: small;" style="font-size: x-small;"><span mce_style="font-family: verdana, geneva;" style="font-family: verdana,geneva;">El 22 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana se llevará a cabo del 1 al 11 de diciembre. Mediante una muestra de producciones dedicadas a Gabriel García Márquez y el concurso de más de 40 largometrajes provenientes de 10 países, se realizará el evento este año.<a name='more'></a></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span mce_style="font-size: small;" style="font-size: x-small;"><span mce_style="font-family: verdana, geneva;" style="font-family: verdana,geneva;"> La retrospectiva al escritor colombiano estará compuesta por 6 filmes. García Márquez es un reconocido promotor del cine latinoamericano y es uno de los fundadores de la Escuela Internacional de Cine y Televisión con sede en Cuba, que cumplirá 25 años en diciembre.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span mce_style="font-size: small;" style="font-size: x-small;"><span mce_style="font-family: verdana, geneva;" style="font-family: verdana,geneva;">En la selección de homenaje se encuentran las producciones "La mala hora (2004), del brasileño Ruy Guerra; la adaptación del cuento "La viuda de Montiel", por el chileno Miguel Littin en 1979; "Cartas del parque", filmada en 1988 por el fallecido cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea; "Edipo Alcalde", de Jorge Alí Triana; "El coronel no tiene quien le escriba", del mexicano Arturo Ripstein, y "Del amor y otros demonios", de la costarricense Hilda Hidalgo.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span mce_style="font-size: small;" style="font-size: x-small;"><span mce_style="font-family: verdana, geneva;" style="font-family: verdana,geneva;">Fuente: Revista Gobierno </span></span></div>Ezequielhttp://www.blogger.com/profile/18322253922494736098noreply@blogger.com0